Al igual que en gran parte de las disciplinas relacionadas con el baile, en el cheerleading las mujeres son mayoría. Los pocos muchachos porristas suelen ser víctimas de bullying, prejuicios y discriminación.
Curiosamente, en los comienzos de este deporte (¡hace más de un siglo!), sucedía todo lo contrario: los animadores eran únicamente hombres, ¿puedes imaginarlo?
Las rutinas y los uniformes diferían bastante de los del cheerleading moderno. En lugar de pompones, utilizaban altavoces, y se dedicaban más a los cánticos de aliento que a las impresionantes coreografías acrobáticas.
La aparición de las animadoras sucedió por pura necesidad: durante la Primera Guerra Mundial, la mayoría de los hombres estadounidenses debió enlistarse en el ejército. Las muchachas, entonces, tuvieron que llenar el vacío dejado por los animadores, y lo lograron de una manera espectacular.
El público y los deportistas simplemente amaron a las nuevas cheerleaders. Por eso es que, una vez terminadas las guerras, les fue imposible a los antiguos animadores recuperar su lugar. Y no se puede decir que no lo intentaron: ¡muchas escuelas llegaron a prohibir el cheerleading femenino!
Con el pasar de los años, las rutinas se fueron volviendo cada vez más extremas, se agregaron los pompones, el maquillaje y los atrevidos outfits. Cada tanto podemos ver también a algún valiente hombre que, enfrentando las burlas y los prejuicios, se anima a animar.
¿Crees que el cheerleading de hoy está pensado solo para mujeres? ¿Te gustaría ver más hombres en los espectáculos de porristas?