Entre estereotipos y glamour, las porristas no dejan de animar el béisbol

Perla Martínez dejó los pompones para contarnos qué hay detrás de la vida de las porristas de los Saraperos de Saltillo de la LMB

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“No estamos aquí para quitarte a tu novio, ni para quitarte a tu esposo, ni nada por el estilo. Estamos aquí para animar, para hacer que todos pasen un bonito rato, que disfruten del juego, del deporte”, señaló Perla Martínez esperando romper con los estereotipos de una porrista.

Estos grupos de animación están en la mayoría de los espectáculos deportivos y como la Temporada 2019 de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) está a punto de terminar, en Los Pleyers decidimos dejar atrás los estereotipos para conocer qué hay más allá de los bailes y el glamour que muestran las porristas.

Luego de tres años de ausencia, los Saraperos de Saltillo volvieron a colarse a unos playoffs. Su afición es una de las más fieles pero también de las más exigentes de la LMB, sin embargo, este año aplaudieron las actuaciones de la novena durante toda la temporada a pesar de que los Toros de Tijuana los dejaron fuera en las Semifinales de la Zona Norte.

Pero sin importar los resultados, el clima o si casi no había seguidores en el Estadio Francisco I. Madero, siempre había 14 mujeres apoyando al equipo: La Porra Verde.

Este grupo eran las porristas oficiales de los Saraperos, las cuales fueron elegidas mediante un casting que se llevó a cabo antes de comenzara la temporada. Cualquier chica podía participar. Kike El Conejo, o bueno, el hombre que personifica a la mascota del equipo fue el encargado de ponerles una coreografía y entre él y varios miembros de la directiva eligieron a las mejores.

Martínez fue una de las afortunadas. Comunicóloga de profesión y fiel seguidora del Rey de los Deportes, decidió dejar de lado los estereotipos que giran alrededor de las porristas para disfrutar de estar cada partido en Saltillo animando en primera fila a la novena local.

“Yo lo veía como un producto. Te tienen ahí por bonita, porque te ves bien, para que te estés paseando, para que te estén viendo o así… eso me detenía un poquito. Me preguntaba si realmente quería ir a que me vieran como un objeto… Pero la verdad es que a mi siempre me ha gustado mucho bailar, me gusta el beisbol y aparte me iban a pagar”, contó sobre el porqué decidió ser parte de la Porra Verde.

La preparación no es sencilla. Debían cumplir con tres ensayos por semana, pero en caso de no acudir, tenían la obligación de ponerse al corriente de las rutinas viendo videos o juntándose con otras integrantes para practicar desde casa.

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Pero reunir a 14 personas era difícil, más cuando además de ser porristas, tenían otras ocupaciones. Dentro del grupo había desde conductoras, bailarinas y hasta madres solteras, enfermeras y licenciadas en administración de empresas.

Además de animar al equipo y a la afición durante los juegos, Perla disfruta inspirar a niñas que se acercaban a ella para decirle que querían ser porristas de grandes. Asimismo agradece el hecho de que otras mujeres las vean como parte de Saraperos y no como competencia que les iba a quitar al novio.

Porque sí eran parte del equipo. La directiva de la novena saltillense estuvo desde el día uno al pendiente de la Porra Verde, dándoles recomendaciones y palabras de motivación para hacer mejor su trabajo, además del uniforme. Eso sí, fueron muy claros con las reglas que debían acatar, entre las cuales sobresalía el no relacionarse con ningún jugador de los Saraperos de Saltillo.

Y mientras en países como Estados Unidos el ser porrista de un equipo deportivo profesional puede considerarse como un medio para sostenerse, en el beisbol mexicano todavía no se puede ver así.

Perla recibía alrededor de 3600 pesos por mes, retribución que se le iba en cuidarse, comprar maquillaje, mantenerse en forma y demás… Porque recordemos que al final del día son “la imagen del equipo”.

“Éramos el vínculo entre la afición y el equipo. Porque sí, están los jugadores ahí, pero están en su asunto jugando y concentrados, mientras nosotros estamos entre la gente jugando con ellos, haciendo dinámicas con ellos… Éramos el acercar a la gente al equipo”, puntualizó Martínez.

Pero ni los 300 pesos que les daban por juego, ni las adversidades impedirán que Perla Martínez regrese a la Porra Verde la siguiente campaña.

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Cualquiera pensaría que las chicas sufren acosos siempre, sin embargo, Perla Martínez aclaró que la afición masculina siempre se mostró respetuosa y que no hubo ningún caso de este tipo en esta temporada, ejemplo de que, contrario al futbol, el beisbol se sigue considerando un deporte meramente familiar.