Ser porrista no sólo constituye relaciones entre el equipo, sino que también ayuda a unir a las familias de los miembros del equipo. Tras ganar y perder, horas de práctica y el trabajo duro, el ser porrista ayuda a formar un vínculo y también amistades para toda la vida, así como fomentar el espíritu de la escuela y un sentido de comunidad en la escuela y en sus vidas.