El porrismo o cheers leaders (animadoras líderes), como se denominan en Estados Unidos, es una práctica que se toma en serio por parte de los entrenadores y los practicantes y que les significa aportar una cuota de sacrificio.
Hay quienes se dedican al porrismo escolar en cuerpo y alma por amor al deporte, en tanto que para otros se convierte, además, en una profesión.
El ingeniero Rafael Ortega Silva es uno de los primeros. Un día llegó al Colegio Teresiano, de Bogotá, a observar las prácticas de su hija Natalia. Al darse cuenta de que no seguían los parámetros de entrenamiento, les pidió a las directivas dirigir esa práctica.
De eso ya hace nueve años y ahora sus alumnas no desean que se vaya. Con los conocimientos que tenía (es Cinturón Negro) comenzó su labor con coreografías de revistas de gimnasia, más de estilo de presentación, y a partir de allí fueron puliendo las técnicas.
Esa inclinación por el deporte y el afán de hacer las cosas bien, lo han llevado a hacer varios cursos de cheers leaders en campos de verano en Estados Unidos. Sus conocimientos los comparte con su hija Natalia, estudiante de ingeniería y que entrega a las niñas de primaria del Teresiano.
El porrismo debe tomarse en serio, no son niños o niñas que graciosamente saltan. El entrenamiento está basado en la disciplina y el compromiso, al igual que en la precisión de movimientos, la fuerza y la velocidad , dice.
Para ser un porrista real se necesita ser deportista integral, ya que la exigencia es altísima. En los colegios se trabaja como un deporte adicional, pero necesita más dedicación que otros deportes, como trabajar horas enteras y en los fines de semana, sin descuidar sus estudios , agrega.
Ortega Silva no está dedicado de lleno a ser entrenador de porristas, pues tiene su propia de empresa. Es más un compromiso con el colegio que una actividad de lucro.
Ante todo ser profesional Pero hay quienes se dedican de lleno a esta actividad después de ser porristas.
Diana Sol Arrubla es una de esas personas. Le encantó tanto la actividad que realizó en su plantel educativo, que después fue porrista del Independiente Santa Fe durante ocho años y actualmente entrena en el colegio Sor Teresa Valse y tiene su propio almacén de porras con venta de accesorios y pompones.
Para ella el ser porrista es lograr combinar la armonía, el ritmo y la belleza con la plasticidad del baile.
Por su experiencia de ser porrista de un equipo de fútbol, Diana Sol sabe cómo afrontar los comentarios que hacen sobre lo superficial de esa profesión. La persona que integra una porra debe ser consciente de que va a mostrar un espectáculo artístico y no a exhibirse y además que su comportamiento fuera del escenario debe ser igual de profesional , comenta.
Rafael Ortega y Diana Sol Arrubla siguen trabajando arduamente para lograr un equipo armonioso de porristas, con el fin de conservar la tradición de ser campeones departamentales y nacionales en las olimpiadas que desde hace siete años organiza Pasarela Publicidad con el apoyo de Sprite.
En junio comienzan los torneos regionales y en octubre se realizará en Bogotá la VII Olimpiada Nacional de Porristas. En ese evento se tendrán en cuenta siete categorías para la calificación: sincronización, coreografía, baile, figuras, acrobacia, pirámides y las barras.
En la final estarán los representantes de Cali, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga, Pereira, Manizales, Armenia, Villavicencio, Ibagué, Cúcuta, Girardot, Neiva, Tunja, Santa Marta y Cartagena.
María Consuelo Moreno, coordinadora nacional de las Olimpiadas, dice que la idea inicial de este torneo es presentar un espectáculo a nivel de los que se ven en Estados Unidos.
El objetivo, agrega, es que en tres años se logre un equipo bien fundamentado que vaya a un evento similar en Estados Unidos para que aprenda más de este deporte.