1. Sinfonía número 5 de Beethoven
El mismo compositor estrenó su opus 67 en el Theater an der Wien de Viena el 22 de diciembre de 1808. Considerada una de las obras más importantes de todos los tiempos, sus primeras notas (ta-ta-ta-chan), conocidas como el motivo del destino, resultan inconfundibles y han formado parte de infinidad de temas de géneros modernos, como el rock.
2. Mesías de Haendel
Haendel compuso su famoso oratorio en solo tres semanas, en 1741, estando en Londres, y se estrenó oficialmente en Dublín un año después. Narra la vida de Jesús y se suele representar en Navidad porque el primero de los tres actos está dedicado al adviento y al nacimiento de Cristo.
3. Concierto para violín de Sibelius
El músico finlandés compuso su opus 47, el único que dedicó a un solo instrumento, en 1903, pensando en el virtuoso violinista Willy Burmester. La obra, de gran complejidad técnica para el violín solista, se estrenó bajo la batuta del propio Sibelius, pero Burmester no pudo acudir y fue substituido por un violinista que no estuvo a la altura de la dificultad ejecutora que requería su partitura. El compositor descartó esta versión y la definitiva fue estrenada por el también compositor Richard Strauss con la Berliner Philharmoniker, otra vez sin Burmester y también con la ausencia de Sibelius.
4. Sinfonía número 5 de Tchaikovsky
Tchaikovsky fue el encargado de dirigir el estreno de su sinfonía opus 36 en San Petersburgo en noviembre de 1888. El compositor nunca se sintió a gusto con esta obra, a la que consideraba inferior a la Cuarta Sinfonía. Ambas tienen en común un leitmotiv dedicado a la fuerza del destino
5. Concierto para violín de Mendelssohn
La fama que cosechó el segundo concierto que Mendelssohn escribió para violín, provocó que su opus 64 eclipsa por completo su primera obra dedicada a este instrumento. El compositor alemán pensó en el concertista Ferdinand David, quien le ayudó en los pasajes más técnicos. Mendelssohn no pudo dirigir el estreno de la obra, que sí contó con la participación de David en la Gewandhaus de Leipzig el 13 de marzo de 1845.
6. Sinfonía número 7 de Beethoven
Beethoven aprovechó un retiro de salud para componer la que él mismo consideró una de sus mejores obras. El músico alemán dirigió el estreno en diciembre de 1813 en Viena con una orquesta repleta de músicos de primera y a pesar de que ya le costaba oír los pianos, según explican músicos contemporáneos al artista. Es especialmente conocido el Allegretto, el segundo de los cuatro movimientos, que la orquesta tuvo que repetir como propina al finalizar la primera audición.
7. Sinfonía número 1 de Brahms
El compositor romántico alemán tardó catorce años en concluir su primera sinfonía, que se estrenó en noviembre de 1876 bajo la batuta de su amigo Felix Otto Dessoff. Presionado por los que lo consideraban el heredero de Beethoven y su famosa autocrítica e inseguridades contribuyeron al retraso de la composición. Hay quien consideró que esta sinfonía podría haber sido la Décima de Beethoven, un elogio envenenado que Brahms nunca encajó bien.
8. Sinfonía número 6 de Beethoven
La famosa pastoral de Beethoven se estrenó el 22 de diciembre de 1808 en el mismo concierto en que se interpretó también por primera vez la Quinta Sinfonía. Con esta composición Beethoven pretende describir sinfonicamente la naturaleza y rompe con la estructura clásica, al incorporar cinco movimientos, uno más del habitual.
9. Eine Kleine Nachtmusik de Mozart
Todavía se desconoce por qué Mozart compuso La Pequeña Serenata Nocturna, la n.º 13 para cuerdas en sol mayor, una de sus obras más conocidas y estrenada en agosto de 1787. Contaba con cinco movimientos, pero se ha perdido la partitura de uno de ellos. Se podría considerar una compasión mágica, una obra maestra en la que el músico de Salzburg solo utilizó nueve simples notas repetidas de mil formas.
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