A pesar de que la música sea un elemento común de todas las sociedades, no todos los géneros afectan al cerebro de la misma forma. Gracias a un reciente estudio realizado por varias universidades finlandesas se ha descubierto que escuchar música clásica modifica y aumenta los genes responsables de las funciones cerebrales.
Este tipo de melodías mejoran la actividad de los genes implicados en la memoria, el aprendizaje, la secreción y el transporte de la dopamina, una molécula que tiene múltiples funciones en nuestro cuerpo, entre las que se incluyen la disminución de la presión arterial o la protección de la mucosa intestinal.
En el caso del cerebro, la dopamina juega un papel determinante ya que está relacionado con la comunicación neuronal y su ausencia o disminución de niveles está relacionado con el Parkinson, la esquizofrenia y el trastorno de déficit de atención con hiperactividad.
Tal y como demuestra este estudio, escuchar música clásica tiene un efecto neuronal protector. El objetivo de la investigación era constatar de qué forma afectan estas melodías a los genes de las personas que están acostumbradas a escucharlas con respecto a las que no. La obra seleccionada fue el concierto para violín número 3 de Mozart.
Además, se demostró que muchos de los genes que se regulan con música clásica son los responsables de que los pájaron aprendan y canten, lo que sugiere un antecedente evolutivo común. Los efectos se detectaron sólo en los participantes con experiencia musical, lo que sugiere que se necesita cierta familiarización con la música clásica para que se produzca el hecho.
Los resultados revelaron nueva información sobre los antecedentes de la percepción musical y su evolución para el estudio de los mecanismos moleculares de terapia musical.
Fuente: alphagalileo.org