LA POLONESA RUSA.

Elim Chan | LA Phil

La ópera Eugene Onegin de PIOTR ILICH TCHAIKOVSKY posee los primeros
personajes verdaderamente modernos de la música rusa. No por su época o vestuario,
que es relativo a la escenificación en turno, sino por sus actitudes. Aunque salen con
toda su fuerza vital del prodigioso poema dramático de Pushkin, es en la ópera donde
adquieren una personalidad moderna, gracias a un efectivo libreto y a la vitalidad de
la joven e ilusionada Tatiana y el superficial bon vivant –pero, caballero respetuoso,
ante todo- Eugen Onegin a quienes, con el tiempo, vemos transformados,
respectivamente, en una distinguida dama cuya madurez supera lo que queda del
enamoramiento juvenil y en un donjuán venido a menos, como todos ellos, siempre
autoengañado por sus perdidos encantos conquistadores.
Pero además, son los valores musicales de la ópera y, ahí entra el insuperable mérito
del gran compositor ruso, los que dan una gran fuerza y efectividad al argumento y a
los inteligentes diálogos y nos llevan de la mano a algunos de los momentos cumbres
de toda la ópera rusa y del género operístico en general: la hermosa Escena de la
Carta de Tatiana, la conmovedora despedida de la vida de Lensky, el amigo de
Onegin, quien pierde la vida por la ciega soberbia de éste; o la sabia lección de vida
del anciano Príncipe Gremin; o, por supuesto, el dramático dueto de ambos
enamorados, que quienes escuchamos la obra por primera vez no pensaríamos jamás
que estamos en la definitoria, abrupta escena final de la ópera; otra muestra del
evolucionado modernismo del compositor.
Y sin embargo, los dos pasajes más famosos de Eugene Onegin de TCHAIKOVSKY no
están entre los mencionados y más de un crítico habrá afirmado que no están,
precisamente, entre los pasajes importantes. Nos referimos al Vals y a la Polonesa
que animan las dos fiestas de la obra, el Vals en el Segundo Acto, en la fiesta en casa
de Larina en que todos los protagonistas bailan y se decide el destino; y la Polonesa,
en el Tercer Acto, en una aristocrática fiesta en la mansión del Príncipe Gremin.
Con ese talento genial que tuvo el gran compositor ruso para crear música atractiva y
su arte del desarrollo y la orquestación, ambas piezas nos cautivan, más allá de su
carácter ligero y de géneros de danzas populares. La brillante Polonesa de la ópera
Eugen Onegin (Onieguin, si también en este apellido usamos la regla para la escritura
en español de los nombres rusos transliterados del cirílico) es la que nos ofrecerá
ELIM CHAN este próximo fin de semana.
Este maravilloso concierto tendremos nuevamente la oportunidad de vivirlo a través
de las Redes Sociales de Música UNAM, dentro del Ciclo Sinfónico OFUNAM.