Impulsa comunidad orquesta infantil; piden apoyo oficial

María empezó a tocar el violín a merced de los rayos del Sol y entre montones de arena, pero ahora está becada en el Conservatorio de las Rosas de Morelia. Andrea siguió sus estudios de flauta en el Centro Nacional de las Artes del Distrito Federal, después de ensayar arduamente en un edificio sin techos y en condiciones indignas.

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Ambas comenzaron su aventura en la Orquesta Infantil-Juvenil de Lomas del Paraíso, en una de las colonias más marginadas de Guadalajara, donde la delincuencia azota y aprovecha las carencias en alumbrado público por las noches.

La orquesta fue expulsada hace tres años de su primera sede: el Centro de Bienestar Comunitario. Los profesores duraron meses impartiendo clases en las casas de alumnos, hasta que sus protestas redituaron en el préstamo de una explanada con cuatro baños, un cuarto y una bodega frente a la Parroquia del Señor de la Ascensión (por parte del Ayuntamiento tapatío en 2011), que hoy sirve como escuela de música para 271 estudiantes de escasos recursos.

La orquesta ya estuvo en el Teatro Degollado y en la Universidad de Sonoma, en California. En el pasado cumpleaños de Guadalajara (14 de febrero) acaban de ser invitados de honor en la Plaza de la Liberación. Sin embargo, siguen ensayando tal como en 2008, cuando comenzó el proyecto: estudian en salones reducidos, con temperaturas extremas, y ensayan al aire libre en una pequeña explanada. Profesores, padres de familia y una asociación civil impulsan el proyecto y lograron techar dos cuartos y edificar cuatro salones más; también sustituyeron la lona con la que cubrían la explanada con toldos y pusieron enmallado.

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) apoya con salarios para maestros y otorga algunos instrumentos. Nada más. El Gobierno del Estado y Guadalajara no apoyan económicamente, por eso solicitan recursos. “Hacemos changuitos (para que nos apoyen más)…”, responde Georgina Oñate Aguirre, subcoordinadora académica.