La Universidad de Arkansas hizo un estudio en un restaurante, en el que utilizó cuatro géneros distintos de música (jazz, hip hop, rock y clásica) y varios tipos de alimentos, a los que catalogó como emocionales (Leche con chocolate) y no emocionales (pimientos). Los resultados mostraron que los comensales tenían más hambre al escuchar jazz y menos al escuchar hip hop. “La razón de esto tiene que ver con las emociones. Los comensales se alegran cuando escuchan música de ritmos armoniosos y eso hace que el apetito crezca”, dijo Thomas Hummel, uno de los científicos involucrados.
Este descubrimiento puede ayudar en todas las situaciones donde comer es importante menciona Thomas Hummel. Puede aplicarse para ayudar a pacientes de anorexia nerviosa.
“Cuando comemos, claramente no es solo el paladar el que determine lo que comemos y cuánto comemos” menciona Hummel “ El ambiente acústico también tiene un rol importante, nos hace comer más rápidamente o nos deja con hambre, convierte la comida en algo especial.”