Las personas que alguna vez han tocado en un grupo musical o en una orquesta estará familiarizado con el fenómeno: cuando se interpreta una pieza de manera conjunta, el impulso de las acciones propias no proviene solo de nuestra mente, sino que además parece controlado por la actividad coordinada del grupo.
Científicos del Instituto Max Planck de Berlín (en Alemania) han demostrado que esto tiene un origen cerebral: cuando se interpreta una pieza musical en grupo emerge una interconexión entre las redes neuronales de los intérpretes, informa dicho Instituto en un comunicado.
Para analizar el fenómeno, investigadores utilizaron electrodos con los que rastrearon las ondas cerebrales de guitarristas tocando a dúo. Asimismo, observaron las diferencias de la actividad cerebral de los músicos cuando estos estaban dirigiendo o, por el contrario, siguiendo la interpretación de su compañero.
De esta forma, pudieron constatar que, cuando los guitarristas tocaban a dúo, la actividad de las ondas cerebrales de ambos músicos se sincronizaba.
Conexión a pesar de las diferencias
Pero la investigación de Ulman Lindenberger y sus colaboradores del Instituto Max Planck no se detuvo con este descubrimiento. Además, los científicos, quisieron saber qué sucedía en la actividad cerebral de los músicos cuando una pareja de guitarristas interpreta una pieza musical con dos partes bien diferenciadas.
En concreto, el objetivo era averiguar si la sincronización de las ondas cerebrales se produce incluso cuando dos músicos no tocan exactamente las mismas notas.
De ser así, este hecho resultaría incompatible con la suposición de que las similitudes en la actividad cerebral entre dos guitarristas que tocan al unísono es debida a la percepción de los mismos estímulos o a la ejecución de los mismos movimientos. Además, supondría que los cerebros se sincronizan para impulsar la coordinación de acciones conjuntas.
Para probar su hipótesis, los científicos organizaron a 32 guitarristas experimentados en 16 dúos. A estos músicos se les colocaron en total 64 electrodos en la cabeza, lo que permitió registrar la actividad de sus ondas cerebrales en diferentes regiones del cerebro. Después, a los participantes se les pidió que tocaran 60 veces la misma secuencia de una sonata de Christian Gottlieb Scheidler.
Pero, en estas interpretaciones, a ambos miembros de cada dúo se les asignaron tareas ligeramente distintas: por un lado tenían que tocar a dos voces, y por otro a uno de cada dos se le asignó un papel de liderazgo, para asegurar que ambos comenzaran al mismo tiempo y mantuviesen el mismo tempo.
La diferencia entre el director y el seguidor de cada dúo se reflejó en la actividad eléctrica captada por los electrodos: “En el intérprete que tomaba la iniciativa, la sincronización de las ondas cerebrales medidas con un solo electrodo resultó más fuerte, y estaba presente antes de que el dúo comenzara a tocar”, afirma Johanna Sänger, primera autora del estudio.
Esto se produjo especialmente en las ondas delta, que se encuentran en una gama de frecuencias inferior a cuatro hercios. Este hecho “podría reflejar la decisión del intérprete director de empezar a tocar”, cree Sänger.
Coordinación cerebral en otras actividades
Los científicos también analizaron la coherencia entre las señales registradas por los diferentes electrodos conectados a la cabeza de los intérpretes de cada dúo. El resultado fue que cuando los músicos tenían que coordinar activamente su interpretación, lo que sucede sobre todo al comienzo de una secuencia, las señales recogidas por los electrodos frontal y central se sincronizaban claramente.
Sanger explica que cuando coordinamos acciones con otras personas se forman “pequeñas redes (neuronales) en el cerebro y entre los cerebros, especialmente cuando estas actividades precisan una alineación temporal, como sucede al interpretar una pieza de música”.
Los datos obtenidos indican, por tanto, que las redes intercerebrales conectan áreas de ambos cerebros, unas regiones que previamente ya habían sido relacionadas con la cognición social y con la producción musical.
Los investigadores creen que la activación de estas redes intercerebrales se produciría no solo cuando se interpreta música. Según Sänger “pensamos que las ondas cerebrales de personas diferentes también se sincronizan cuando estas realizan de manera coordinada otro tipo de acciones, como algún deporte o durante la comunicación”.
La próxima vez que observes a esos musicos en el escenario que parece que se están leyendo la mente y estar unidos por la música puedes estar seguro que si existe una conexión .