La música tiene una tendencia a quedarse en nuestra mente. Usted conoce la experiencia: una tonada se mete cual intrusa en nuestros pensamientos y suena, una y otra vez, en un bucle interminable. Me ocurrió recientemente y, como reportera científica, pensé en tratar de descubrir por qué.
Hace varias semanas, estaba en casa un domingo por la mañana cuando, sin ninguna razón en particular, tres palabras se metieron en mi cabeza: “Funky Cold Medina“.
Ese es el título de una canción del rapero Tone Loc. Me dicen que fue un éxito en la década de 1990, pero yo no la había escuchado hasta la noche anterior, cuando un amigo la cantó en un bar karaoke.
Seguía escuchando la letra: “El frío se apodera del bar, y estoy buscando algo de acción. Pero como decía Mick Jagger, no puedo obtener satisfacción”.
Cuando la canción reapareció en mi cabeza, podía oír a mi amigo cantándola de nuevo… y de nuevo… y de nuevo.
La tuve metida en la cabeza durante casi día y medio, antes de que por fin se fuera.
Pero me dejó una pregunta persistente: ¿Para empezar, por qué las canciones se quedan en nuestra mente?
Algo similar le ocurrió hace algunos años a la doctora Vicky Williamson, una psicóloga musical que comenzó a estudiar este fenómeno que le ocurría “con mucha frecuencia”.
“Personalmente no podía creer qué poquito había en términos de investigación sobre este fenómeno”, confiesa.
Williamson, experta en memoria en el Goldsmith’s College de Londres, descubrió que los científicos usan una cantidad de términos para describir el asunto: síndrome de la canción pegada, música pegadiza y picazón cognitiva, o el más común “earworm” (garabato musical en América Latina o gusano musical en España), una palabra que alguna gente malinterpreta.
Williamson colaboró con un programa de radio de la BBC que preguntaba a sus oyentes con qué gusanitos se estaban despertando.
También recolectó más historias y experiencias a través de una encuesta en su sitio en internet, earwormery.com.
La información ha mostrado algunos hallazgos sorprendentes. “Cuando tuve 1.000 canciones de gusanos musicales en mi base de datos, sólo media docena se habían mencionado más de una vez; así de heterogénea fue la respuesta. Es un fenómeno muy individual”, afirma.
Ahora tiene registradas más de 2.500 experiencias del gusano musical y aquella individualidad permanece, aunque ocasionalmente cambia, cuando se populariza una película o un programa de TV.
“De pronto tienes a cinco o seis personas reportando la canción de una nueva película, porque la acaban de ver. Cuando comenzamos, una canción del show de la TV estadounidense Glee, titulada ‘Don’t Stop Believing‘ llegó al primer lugar”, dice.
La psicóloga musical identificó una serie de disparadores que aparentemente habían causado que estas tonadas se metieran en la cabeza de la gente y se quedaran allí.
“El primero es la exposición a la música, que significa que la persona ha escuchado la música recientemente”, indica. (No me sorprende. Eso explica por qué se me pegó Funky Cold Medina.)