UNINTERLINGUA 2015

U N I N T E R L I N G U A 27 y de Marina, declara la guerra contra el nar- cotráfico. La organización criminal “la Fami- lia” le da la bienvenida e invade Michoacán, su estado natal. Desde entonces se insistió que Cal- derón “inventó” la guerra contra el narco para legitimarse. Lo cierto es que no supo del ni- vel de la infiltración del crimen organizado en el estado y la sociedad hasta después. La declaratoria de guerra era un acto reflejo de salud social, no podía postergarse más. En corto Fox, no sé si dentro pero sí sé que fuera de México, aceptó no haberle informa- do de la magnitud del reto con oportunidad. ¿El gobierno federal anticipó una estrategia de comunicación en México ante lo que de- rivaría de la guerra y previó el impacto en nuestra imagen en el exterior? Las pregun- tas son consistentes. No obstante, dada la gravedad del desafío, la prioridad era la se- guridad nacional. Supimos o confirmamos que las policías municipales y estatales no estaban preparadas y que el Ejército y la Marina nacionales encararon una difícil etapa de adaptación. ¿La comunicación de estado no era también una cuestión de se- guridad nacional? No seamos injustos. Sólo planteo estas cuestiones, que ameritarán reflexiones más hondas para el “juicio de la historia”, y retomo el tema que nos ocupa. VIII. …se acaba la “imagen” (“down the- re” y “right here”…) No me queda claro cuál fue la políti- ca de comunicación social. Es decir, acepto que mi análisis se limita a un conjunto de percepciones que se encadenan en una su- cesión temporal. Noté que Calderón habló de frente acerca de la dimensión del reto. Mientras me trasladaba, otra vez, en un taxi en la capital, lo escuché referirse sin am- bages a la “guerra”. En su sitio de Internet atestigüé su extraordinario discurso de 2008 en el Congreso de Estados Unidos. Leí las entrevistas que concedió a los medios ca- nadienses durante su visita en 2010. Seguí los elogios que recibió de Barack Obama, Hillary Clinton, Nicolas Zarkozy, Angela Merkel y varios dignatarios más. Le cele- braron su decisión, elogiaron su valentía, lo llamaron “héroe”. El reconocimiento llegaba de los líderes de las naciones más podero- sas del mundo. Incluso Obama y Clinton, en México y Estados Unidos, aceptaron su “correspon- sabilidad”: Estados Unidos consume cuatro quintas partes de la droga que se produce o pasa por México y es el origen del 80% de las armas del narco en México. La acep- tación de “corresponsabilidad” se volvía así un eufemismo: es un “problema” de Estados Unidos y los “platos rotos” los paga México. Los reportes anuales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dan el contex- to internacional: 75% del lavado de dinero del crimen organizado sucede en Estados Unidos, Canadá y Europa. Estados Unidos y Canadá, además, no están tan lejos en sus porcentajes de consumo de droga y sí lo están de lo que se consume en México. Mariguana: 13.7% de los estadounidenses, 12.6% de los canadienses, 1% de los mexi- canos. Cocaína: 2.4%, 1.4%, 0.4%. Anfe- taminas: 1.5%, 0.7%, 0.2%. Éxtasis: 1.4%, 1.1%, 0.1%. Opioides: 5.9%, 0.68%, 0.08%. Los públicos receptores...

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