UNINTERLINGUA 2015
U N I N T E R L I N G U A 30 temáticas poliédricas sin la necesidad de una conclusión o una longitud de soliloquios abandonados a su falta de lógica que se en- trecruzan sin que lleguen a un desacuerdo, y que censura el IFE. El cierre de Calderón es así apoteósico y trágico. Es apoteósico pues no cederá un ápice en sus convicciones y se irá peleando hasta el final. Es trágico por la herida en el tejido social que han causado los crimina- les, el miedo legítimo de la colectividad, una generación de jóvenes expuesta al subem- pleo por el impacto salvaje de la crisis del 2008, el previsible largo interregno que se- guirá al final de su gestión y que lo reducirá al presidente de la guerra contra el narco, y su probable exilio, pues los narcos que en- frentó están frotándose las manos, mientras cuentan los días. XI. 2010: el pasado nos alcanzó En el arranque del sexenio, Alberto Fierro Garza es designado director de Asun- tos Culturales y, con oficio y discreción, sin prisas ni pausas, conforma un grupo que se ocupe de la faena cultural, me suma con ge- nerosidad al proyecto y viajo al Consulado General de México en Toronto, la primera ocasión que esa sede cuenta con esa po- sición, a resultas de sus gestiones. Fierro Garza había estado en Washington y Mon- treal y dirigiendo la coordinación de Asun- tos Internacionales del CONACULTA, entre otras faenas. Le brinda apoyo a su equipo y el equipo responde, aunque de nuevo no se refleje en la cobertura. Luego se traslada a Orlando como cónsul general y lo sustituye la embajadora Cecilia Jaber Breceda quien alienta las reuniones de carácter regional entre los agregados culturales, involucra a especialistas a través de conferencias, es- tructura paquetes de exposiciones, grupos artísticos y ciclos de cine por zona. Y llega 2010: el pasado nos alcanza. es correcto, no creo que haya equivocado la estructura de sus argumentos ni que sal- vo los tropezones normales, como la oca- sión en que negó hubiese usado el vocablo “guerra”, haya respondido mal a las contin- gencias mediáticas. Mi incertidumbre fluc- túa entre algunas cuestiones esenciales: o la noción de manejo mediático del presiden- te no fue entendida ni ejecutada adecuada- mente en las áreas de comunicación social, o el presidente no confió o no contó con quien supiese estructurarla a nivel federal, o lo asesoraron o mal, o decidió mal. Y al final, se acuñó la frase: “no hemos sabido comunicar nuestro mensaje”. El acto reflejo, durante el último tra- yecto del sexenio, se implanta en los “tiem- pos oficiales”: el bombardeo de los logros, que para en seco “la veda electoral”. ¿No tiene un gobierno derecho a reportarle lo hecho a la sociedad al final de su gestión sin favoritismos hacia algún candidato y con ob- jetividad? No lo tiene, decisión asumida por los tres partidos más importantes del país. Me entero así que el Instituto Federal Electoral (IFE) me prohíbe, del 30 de mar- zo al 1 de julio de 2012, compartirle a mi red contactos en Facebook y Twitter lo que pienso de los candidatos y sus campañas. Estoy cierto que el muro de mi Facebook no ha cambiado la opinión de nadie sobre nada, es una latitud de conversaciones de Gerardo Ochoa
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