UNINTERLINGUA 2015
U N I N T E R L I N G U A 49 terizado por la explosión de la norma sexual, donde no hay un saber predeterminado para cada sexo; por la crisis de la masculinidad, y el nuevo lugar de las mujeres; por la cre- ciente infantilización de los adultos; y por la caducidad de los ritos tradicionales. Todo lo cual modifica la resolución de la crisis adolescente, que se despliega en este es- cenario ciertamente contradictorio -de más derechos y libertades, pero también de más vulnerabilidades- donde los adolescentes tienen que realizar la difícil travesía de llegar al logro de una identidad sexual. El mundo contemporáneo ofrece al adolescente instrumentos de los que no dis- ponían en otras épocas y que les permiten, tratar de zafarse, de lo que no acaban de entender, de lo enigmático que es para ellos el encuentro con la sexualidad y de la disi- metría que introduce siempre el amor. A esto se debe el éxito del ordenador, del chat, o del Messenger, donde los adolescentes en- cerrados en su cuarto tratan de ahorrarse la proximidad de los cuerpos, en una suerte de no-encuentro, más “light”, ya que evitan enfrentar el hecho de que en el amor y la sexualidad algo no acaban de articular del todo. También debemos considerar las dificul- tades del trabajo de duelo del adolescente en una época caracterizada por promover la inmediatez y el enganche del sujeto en una prisa, en la que el tiempo para comprender está estigmatizado. Y los conflictos que se le presentan al adolescente para desplegar su proyecto identificatorio cuando deben ha- cerlo en una época en la que los ideales de juventud dominan y son ellos mismos objeto de identificación para los adultos, “adultos” que temen envejecer y que recurren al gim- nasio para rejuvenecer el cuerpo y a la ciru- gía para borrar las arrugas. Las tareas que se deben cumplir en el proceso adolescente son: Apropiarse de su cuerpo de adulto y del ejercicio de su sexualidad. Lo que siempre ha generado conflicto y seguirá haciéndolo: la aceptación o rechazo del otro, la puesta a prueba del narcisismo y el conflicto entre los deseos propios y del otro continúan es- tando presentes. Si bien se pasó en el ima- ginario colectivo del mandato de castidad al mandato de la iniciación sexual precoz, aún en nuestra época y como siempre la inicia- ción sexual implica angustia, angustia ante lo nuevo y desconocido, que en ocasiones se enfrenta contrafóbicamente, como una defensa contra la angustia. En este primer encuentro con el otro está implicado ade- más el narcisismo con la inquietud de hacer un buen papel, de ser deseado y querido. El ejercicio de la sexualidad implica la relación con el propio cuerpo, lo que de por sí significa un conflicto para el adolescente, implica además el abandono de los objetos incestuosos y el paso a la exogamia. Es Juego de niños...
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