UNINTERLINGUA 2016

c 18 gran placer pintarla. Pensó Tamara y me dijo ella personalmen- te: “Imagínate para un pintor hacer un per- sonaje de esa estatura, en la historia del mundo, para mí era muy necesario y le dije que estaría encantada.” Entonces le dice Gabriele: “¿Qué le parece si nos vemos el próximo fin de semana en Brest?” y Tama- ra que acepta. Ella decía: “En mi mañol, mi mañol que es mi carcacha”, (cuando se hizo su autorretrato se lo hizo en un Buga- tti). Gabriele era un romántico como buen italiano, entonces se van y se toman una copa y le dice a Tamara: “La primera visita que hace una persona de lujo, tiene dere- cho de coger lo que quiera de este cuarto”. Ella entra a un cuarto y lo único que toma son unas medias de seda que se empeza- ban a usar; baja ella toda elegantísima al gran salón, una chimenea de piso a techo, la champagne y él la tenía que estar obser- vando, cada gesto, cada movimiento, todo lo observaba porque iba a hacer su retrato. Bueno se acaba su escena y se va a su cuarto, la lleva él y ya la deja en la puerta. Gabriele:¡Buenas noches Tamara! Tama- ra: ¡Buenas noches Gabriele! Entonces como a las tres de la mañana Gabriele no puede dormir, se viste de militar, va y le toca varias veces y se despierta. Tama- ra: ¿Quién? Gabriele: Gabriele, Tamara, Gabriele ¡abre la puerta! Tamara: Mi vida, ¿qué necesitas? Gabriele: Quiero pedirle perdón Tamara: Perdón, ¿pero de qué? Gabriele: Es que lo que yo le he hecho a usted es impertinente, es imperdonable. Tamara: No le entiendo Gabriele, díga- me ¿Qué le pasa? Gabriele: ¡Señora Ta- mara!, ¿cómo es posible que yo le haya hecho esto a usted? Tamara: ¿Qué cosa? Gabriele: El verla a usted, una mujer tan bella, dormir bajo mi techo y dejarla dor- mir sola; eso es impertinente. Tamara: Gabriele usted es un hombre que tiene mucho éxito con las mujeres, ¿quién me puede decir que no tienes una gonorrea o una sífilis? Y yo le vaya a llegar con este regalito a mi esposo, ¿verdad? Tráigame un certificado de salud y luego hablamos del tema (y le cerró la puerta). Al día si- guiente le lleva su desayuno, como es cos- tumbre en Europa y cuando regresan a re- coger los platos dice ella: “Dígale al señor Tamara de Lempicka, una...

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