UNINTERLINGUA 2016
c 87 cuando traducen “sombrero de carrete” (p. 235) por top hat (p. 212) o “blanquillos” (p. 34) por egg whites (p. 28). Así mismo, las alteraciones de contenido y de estilo no tienen justificación. En la traducción de Como agua para chocolate hay dos aspec- tos básicos que consideramos cuestiona- bles: la neutralización de los registros y la elección de un léxico demasiado pobre en comparación con la riqueza del original. Uno de los aspectos que dan colo- rido a la novela es la variedad de registros en el habla de los personajes: así como es- cuchamos a la patrona de la casa, oímos a la cocinera, lo mismo que a la sirvienta, a las señoras ricas de Piedras Negras y al revolucionario. Laura Esquivel subraya por medio de esta diversidad dialectal la heterogeneidad de la sociedad mexicana. De esta manera, el tema de la identidad se vincula con el uso diferenciador del dialecto que se percibe en toda la nove- la. En el texto meta, el registro es siempre el mismo, por lo que la gracia de los co- mentarios de Chencha, la serenidad de las palabras de Nacha y la picardía de Gertru- dis se pierden en un discurso neutro que no corresponde con su caracterización. Alicia Cipria sostiene que una buena traducción “succeeds when it recreates not only an image but also the sound coming from the text” (2000:200). La versión ingle- sa de la novela parece centrarse solo en la recreación de la imagen y se olvida del sonido. Basta un ejemplo de los diálogos de Chencha para darnos cuenta de que en inglés este personaje no “suena” a la cam- pesina graciosa y socarrona del original Ma. Angélica Ramírez Gutiérrez
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