UNINTERLINGUA 2017
derón es A ninguna de las tres . Y de Ana Bolena dice, específicamente que es “una tragedia sobre Enrique VIII y su reina”. En su prólogo a la publicación de los Dramas y poesías de Calderón, Francisco Monterde alude a esa crítica de Altamirano, intentando su defen- sa, aunque sin mediar la demostración, en los si- guientes términos: Sus obras de teatro grave que constituyen la par- cela más rica (…) difieren (…) de los dramas con personajes históricos o legendarios que realizó aquí (México) Rodríguez Galván, porque se desa- rrollan en otros países. El maestro Altamirano y los críticos que lo siguen al reprocharle tal exotis- mo a Fernando Calderón no tuvieron presente su comedia más conocida: A ninguna de las tres , ni la otra, inconclusa: Los políticos del día, en las que trata asuntos coetáneos, sin apartarse del medio propio. (IX-X). Como se advierte, el crítico no hace la defen- sa de los textos “exóticos’ sino del autor, echando mano para ello de otros textos diferentes a los cri- ticados. E incluso, cuando defiende los textos mis- mos esgrime razones no relevantes al texto, sino también referidas al autor: Sin duda influyó en aquellos dramas (los “exóti- cos”), cuando eligió temas y personajes, la moda romántica medievalista -que prosperó en terreno abonado para ella con los autos evangelizadores-, desde principios del XIX importada por las com- pañías peninsulares, como influirían en Fernando Calderón las preferencias del público acostumbra- do a ese tipo de obras. (X) No obstante, Monterde llega a reconocer que la voz de tirano es la que le da unidad a toda su obra poética -cívica- y dra- mática, ya que es el término con el que califica a aquellos gobernantes que imponen su capricho en feudo propio; pero aunque el hecho de explicar por qué el autor da ese calificativo a los personajes “odiosos” es ya una referencia textual, las razones que encuentra vuelve a atribuírselas a modelos li- terarios importados, más que a motivos propios del autor: Un liberal como Fernando Calderón te- nía que insistir en llamarles tiranos, a seme¬janza de lo que harían en sus respectivas patrias otros poetas de América y Europa. (XV) Y deja en el aire la demostración de referencia textual. Sin em- bargo el crítico intuye -no podemos descartar la intuición como una forma de acercamiento a un texto, pero si tras la intuición no viene la verifi- cación, aquélla pierde mucho de su valor- que el autor “pensaba” en Santa Anna, sólo que saca en conclusión que el texto es de evasión y no de de- nuncia del régimen dictatorial, al decir: En las dos (poesía cívica y obra dramática) hace vi- brar esa nota que explica, y justifica, sus evasiones románticas en el tiempo y el espacio, con las cuales se alejaba, en apariencia, de lo propio al herir obli- cuamente, con sus alusiones, al tirano en quien Fernando Calderón pensaba al hablar de la tierra en que había nacido. (XV) (…) ... la situación po- lítica del país llevó al dramaturgo a buscar temas y períodos de la historia que ofreciesen analogías con el momento por él vivido. (X) (El subrayado es mío) E s t e Marcela del Río Reyes
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