UNINTERLINGUA 2017

que desde la dedicatoria Luna no tiene ningún problema en dar a conocer cuál era su actitud ante la Iglesia católica española. A partir de este mo- mento, el lector puede darse una clara idea sobre cuál será el tono que se encontrará en la obra cada vez que el autor haga referencia a la Iglesia católica y a sus representantes.  Juan de Luna empieza su continuación tratando de crear un distanciamiento entre su obra y la con- tinuación de 1555. El autor quiere que el lector tome su obra como la auténtica continuación de un libro tan importante como lo fue el “Lazarillo de Tormes”. Desde el principio es fácil notar su disgusto hacia la primera continuación y comien- La ocasión, amigo lector, de haber hecho imprimir la “Segunda parte de Lazarillo de Tormes” ha sido por ha- berme venido a las manos un libri- llo que toca algo de su vida, sin ras- tro de verdad. La mayor parte dél se emplea en contar cómo Lázaro cayó en la mar, donde se convirtió en un pescado llamado atún, y vivió en ella muchos años, casándose con una atu- na,… Cuenta también las guerras que los atunes hacían siendo Lázaro el capitán, y otros disparates tan ridícu- los como mentirosos, y tan mal fun- dados como necios. Sin duda que el que lo compuso quiso contar un sue- ño necio o una necedad soñada (5). Quien bien tiene y mal escoge, por mal que le venga no se enoje. Dígolo a propósito, que no pude ni supe con- servarme en la buena vida que la fortu- na me había ofrecido, siendo en mí la mudanza como accidente inseparable que me acompañaba, tanto en la bue- na y abundante como en la mala y de- sastrada vida. Estando, pues, gozando el mejor tiempo que patriarca gozó, comiendo como fraile convidado, y bebiendo más que un saludador,… con dos docenas de reales en la bol- sa, … mi casa llena como colmena… y con un oficio que me lo podía envi- diar el echaperros de la iglesia de To- ledo, llegó la fama de la armada de Ar- gel, nueva que me inquietó… (11-12). Pero a pesar de su disgusto hacia dicha continua- ción, Luna toma de la continuación anónima el mismo tema del primer capítulo y parte del se- gundo para su propio relato. Al principio de su novela, este Lázaro de Luna también se encuentra en una buena situación y nos dice: De modo que después de informar al lector so- bre la buena vida que llevaba, Lázaro pide permiso a su amo, el arcipreste, para ausentarse. Se despide de su mujer y su hija y se las encarga a su amo durante su ausencia. Petición a la que el arcipreste responde que “haría con ellas como si fueran pro- pias suyas” (13). Este Lázaro, al igual que el de la continuación anónima, no tiene ninguna necesi- dad de salir de su casa, pero sale porque esa es su naturaleza. El pícaro no puede quedarse estático en un solo lugar sino que debe salir a vivir su vida. Sin embargo, al abandonar su buena situación y no haberla apreciado, Lázaro perderá todo lo que con tantos trabajos había conseguido: trabajo, casa, comida, esposa, hija, relativa seguridad eco- nómica, etc. Este Lázaro ya no sale de su casa por hambre o necesidad como lo tuvo que hacer aquel pobre muchacho a quien su madre regaló al cie- go por no poder mantenerlo. El pícaro de la obra renacentista es muy diferente al de Juan de Luna. Este personaje sale en busca de aventuras y piensa La misoginia de Juan de Luna en su Lázaro de 1620

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