UNINTERLINGUA 2017
resca española dice Laurenti que “Luna ve, retrata, describe a las mujeres, insistiendo en los colores más negros, en sus fallas y tachas, deshumanizán- dolas en retorcidas y caprichosas caricaturas con estos fenómenos de patología literaria que llenan uno de los capítulos más vigorosos de la literatura anti femenina de todos los tiempos.” (78). En esta continuación la mujer de Lázaro sólo tiene en co- mún con la del Lazarillo original el hecho de que le pone los cuernos a su marido. De ahí en fuera, en manos de Luna, no se parece en lo más míni- mo a la mujer del Lázaro renacentista. El autor se encarga de presentarla de una manera grosera y vulgar. Elvira trata mal a Lázaro, y tiene inte- rés en que su marido vaya a luchar porque de esa forma ella puede continuar más libremente su re- lación con el arcipreste y al mismo tiempo espera que Lázaro regrese con dinero como resultado de su esfuerzo en Argel. Cuando después de pasar por muchas dificultades, Lázaro logra regresar a Toledo y finalmente logra convencer al arcipreste y a Elvira de que él es realmente Lázaro, ellos no quieren saber nada de él. Lázaro les pide que le entreguen a su hija, pero el arcipreste le dice que no es suya sino de él, y con su influencia y dinero logra que destierren a Lázaro de Toledo. Sin em- bargo, poco después Lázaro dice a sus amigos que le gustaría regresar con Elvira, y ellos le respon- den que “era un hombre que no tenía sangre en el ojo, ni sesos en la cabeza, pues quería juntarme con una ramera, piltrafa, escalentada, matacandi- les, y finalmente, mula del diablo, que así llaman en Toledo a las mancebas de los clérigos” (49). Con estos adjetivos califican los amigos de Láza- ro a Elvira lo cual indica que todos sabían el tipo de mujer que era. Lázaro no discute con ellos, al contrario, los llama “mis buenos amigos.” El Láza- ro de la obra renacentista nunca habría permitido que se expresaran así de su mujer, pero en manos de Luna, la mujer de Lázaro es de lo peor y no le importa quién lo sepa. Esta mujer no es solo la amante del arcipreste, sino que también termina causando que Lázaro sea desterrado y pierda su trabajo, su hogar y hasta la hija que siempre creyó ser suya. Elvira no siente ninguna compasión por su marido y no le importa de qué ni cómo vivirá fuera de Toledo. Como bien dice Joseph Laurenti: “Elvira es el modelo inmortal de la mujer adúltera” (Caricatura y Misoginismo, 773). Elvira es sólo el principio de la misoginia de Juan de Luna. De aquí en adelante, todas las mu- jeres con quienes Lázaro se tope serán prostitutas, ladronas, abusivas, alcahuetas, adúlteras, menti- rosas y hasta sádicas. Muchos de los personajes femeninos serán monjas a quienes Luna presenta como lujuriosas mujeres que prefieren la vida fá- cil a la vida del convento, o mujeres casadas que engañan a sus maridos, o mujeres solteras que se deshonran a sí mismas y a sus familias al ponerse en las situaciones más ridículas, eróticas y grotes- La misoginia de Juan de Luna en su Lázaro de 1620
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