UNINTERLINGUA 2018

26 Nietzsche comienza su segunda Intempestiva, Sobre la utilidad y los perjuicios de la historia para la vida, con una fábula en la que un hombre le pregunta a un animal por qué no habla de su felicidad. El animal no puede responder porque cuando quiere hacerlo ya lo ha olvidado. El hom- bre queda asombrado, pero se asombra más de sí mismo: su incapacidad de olvidar y depender siempre del pasado. (40) Nietzsche subraya aquí dos disposiciones que se encuentran distancia- das una de la otra: el instante que olvida y la memoria que recuerda. El instante está atado a la inmediatez, por eso el animal no puede responder a la pregunta por su felicidad. Ignora lo que es el día de ayer y no se cuestiona por el mañana. No hace planes ni juicios. Está atado al momento presente. Sin saberlo, ha desechado sus recuerdos y no hay atisbo de melancolía o hastío en él. El hombre, por el contrario, no los puede desechar. Hace planes, organiza, categoriza, diferencia, recuerda el pasado y se proyecta en el futuro. Su capaci- dad para recordar y almacenar es su carga, por eso envidia al animal, tan ligero y banal. El hombre intenta todo el tiempo levantarse contra ese gran lastre que es su pasado. Vive aferrado a una idea que no puede desechar nunca por recordarla siempre. El instante le está prohibido, una prohibición que se vuelve evidente cuando observa a un rebaño pastando, o al niño que juega sumergido en una aletargada inconsciencia, sin tener que rechazar nada de su pasado ni preocuparse por el futuro. Sin embargo, ese juego será pronto interrumpido, pues más temprano que tarde será invocado por su pasado. Muy pronto, dice Nietzsche, “aprenderá la palabra fue, esa máxima que aparece al hombre para recordarle, por medio de la lucha, el sufrimiento y el tedio, lo que es en el fondo su existencia: un imper- fectum ” (41). Una existencia imperfecta que no llega a realizarse nunca por completo. “Fue” es la clave del recuerdo y la marca de la imposibi- lidad del olvido. EL OLVIDO Y Dexter