UNINTERLINGUA 2018

31 reconstruirla a nuestro favor, y purgarla del dolor. Hay que aprender a olvidar para volver a empezar, no en el sentido de borrar, sino de sanar la marca para saborear el presente. Se trata de dominar la memoria y no que esta nos domine. Se trata de evitar la repetición constante de las sensaciones de lo recordado. Porque la memoria de por sí necesita del olvido. No puede recordarlo todo. Sin embargo, la sensación suele ser que uno no elige los recuerdos que constru- yen nuestra memoria. Esta aparece, así como un ser indomable. Decide por sí misma qué olvi- dar y cómo hacerlo para después establecerse como el más feroz de los terratenientes. Dominar la memoria es, como Augé propone, “hacer una labor de jardinero, seleccionar, y podar” (23). La memoria es un jardín donde yacen los recuerdos representados por las plan- tas. El jardinero selecciona y desechas algunas para favorecer el crecimiento de otras. Las plantas victoriosas han llegado a ser, porque de cierta manera se han olvidado de sí mismas. El fruto a veces exige el sacrificio de las flores. Contrario a los lugares de memoria y el impe- rativo a rememorarlo todo, no es el recuerdo ni la memoria lo que nos constituye; es el olvido: “dime qué olvidas y te diré quién eres” (Augé 24). La sugerencia puede parecer desconcer- tante. El jardinero debe cuidar y cultivar una “mala” memoria. La “mala” memoria tiene como efecto correr un velo de incertidumbre sobre la severidad del fue y el será. La “mala” memo- ria es algo que rejuvenece, que desecha los recuerdos de las olas sobre la arena para que esta pueda volver a moldearse, sólo para volver a batirse contra nuevos recuerdos que tendrá que desechar de nuevo. Una labor incesante y cansada, pero una labor sin la cual la arena caería rendida a cada golpe del mar. El olvido, en suma, es la fuerza viva de la esperanza y del nuevo comienzo. A la melancolía de la memo- ria totalizante, la “mala” memoria del jardinero le responde con desenfado: “Tú olvidas lo que olvidas para aumentar tu dominio sobre la vida, yo olvido lo que olvido para aumentar el domi- nio de la vida sobre ti”. Aquí resulta pertinente la propuesta que nos hace Nietzsche: “Cerrar de vez en cuando las puertas y ventanas de la conciencia; un poco de silencio, un poco de tabula rasa de la conciencia, a fin de que de nuevo haya sitio para lo nuevo” (Genealogía 84). Artista, peluquero y jardinero, los tres realizan la misma valiente labor a la que el hombre histórico y el Ángel de la Historia le rehúyen. No hay que ser duros; aunque el mismo Niet- zsche piense que “sin capacidad de olvido no puede haber ninguna felicidad, ninguna joviali- dad, ninguna esperanza, ningún orgullo, ningún presente” (Genealogía 97), levantar el cincel y decidirse a desechar no es cosa fácil. BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS AUGÉ, M., Formas del olvido, Barcelona: Gedisa, 2009. BAUMAN, Z., Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias, Buenos Aires: Paidós, 2005. BORGES, J. L., Funes el memorioso. Literatura.us. http:// www.literatura.us/borges/funes.html. FREUD, S., Recordar, repetir, reelaborar. Grupos clínicos de Buenos Aires. http://gruposclinicos.com/sig- mund-freud-recordar-repetir-reelaborar-1914/2013/06/. NIETZSCHE, F., Consideraciones intempestivas 1873-1876, Buenos Aires: Alianza, 2002. ———, La genealogía de la moral, Madrid: Alianza, 1996. NORA, P., Between Memory and History: Les Lieux de Mémoire, Representations, 26, 1989. 1 Cfr. http://www.literatura.us/borges/funes.html. 2 Cfr. http://gruposclinicos.com/sigmund-freud-recordar-repe- tir-reelaborar-1914/2013/06/.

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