UNINTERLINGUA 2018
71 y que le llamaríamos para expresarnos correc- tamente?” (Gorgias, 448c). La respuesta que da Polo es que Gorgias cultiva la más bella de las artes. (cfr. Gorgias, 448c). La respuesta genera un comentario, nos parece, irónico por parte de Sócrates que “alaba” la capacidad retórica de Polo al mismo tiempo que se queja del incumplimiento de la promesa hecha a Querefonte, es decir, responder a la pregunta en los términos exigidos por la misma: Cuál es el arte de Gorgias y, por lo tanto, cómo debe ser nombrado el de Leontino. Tras decir esto, Sócrates empieza a interrogar a Gorgias. Primera pregunta. La respuesta de Polo es com- pletamente inadecuada para Sócrates. El ateniense, como se puede ver, no se molesta en indagar más allá de la primera respuesta: No le interesa que Polo participe en la conversa- ción voceando alabanzas lleno de admiración por la grandeza de Gorgias, por lo que cambia de interlocutor dejando a Polo, digámoslo así, “con el encomio en la boca”. Sócrates no quiere escuchar bellas palabras que magnifiquen supuestas virtudes: Quiere respuestas concretas a sus preguntas, y así se lo hace saber a Gorgias: “¿Estarías dispuesto Gorgias, a continuar dialogando como ahora lo estamos haciendo, preguntando unas veces y respondiendo otras, y a dejar para otra ocasión esos largos discursos de los que Polo ha empe zado a darnos una muestra?” (Gorgias, 449b) Gorgias responde que sí, qué no hay nada i me- jor que él para decir las cosas en pocas palabras (cfr. Gorgias, 449c) a lo cual Sócrates responde que eso es lo que hace falta: Brevedad y clari- dad; y Sócrates las demanda recurrentemente. A lo largo de la conversación con Gorgias Sócrates exige que el diálogo se rija, de manera muy estricta, a ciertos parámetros: quiere concisión; quiere precisión. Critica las ambigüedades de las respuestas y no deja de exigir rigor argumentativo en las contestaciones (cfr. Gorgias, 451e, 453b y 453c); quiere escuchar un discurso que da razón de sí mismo, que muestre todos los secretos que esconde, que exponga todas las definiciones y problemas que oculta. Pero esto no es lo que logra en las respuestas del sofista cuando le cuestiona sobre arte del cual es maestro. Gorgias responde, de manera amplia, sobre el poder de la retórica (cfr. Gorgias de 456 a 457c) y Sócrates, sorprendentemente, no cuestiona nada de lo dicho; comienza a reflexionar sobre en qué consiste una discusión (cfr. Gorgias, 456c). El ateniense menciona que siempre es difícil precisar el objeto sobre el que se habla en una conversación; que, muchas veces, los interlo- cutores se cruzan acusaciones mutuas de falta de claridad; que hay irritación porque se supone que el interlocutor lleva la contraria, lleno da malas intenciones; que, en definitiva, la disputa s
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy ODkzNjU=