UNINTERLINGUA 2018

84 enredos, asuntos del honor, etc. Pero al mismo tiempo su teatro presenta valores morales. Para Alarcón es más importante el comportarse como una persona con honra que nacer con una honra heredada dada la familia en la que se nació. Este dramaturgo más que ningún otro del Siglo de Oro español estaba preocupado con una moral y honra de tipo personal; en sus obras se nota un didactismo o enseñanza moral. Dadas las burlas que tuvo que soportar toda su vida, en sus comedias se pueden observar persona- jes que no son atractivos físicamente, pero que poseen una gran fuerza moral. Por otra parte, varios de sus personajes que son físicamente atractivos son poseedores de algún defecto moral o vicio.Y son precisamente estos defectos o vicios que el autor presenta los que son atacados en sus obras. A través de sus obras, el autor logra despertar entre los espec- tadores una conciencia social. Las personas deben ser aceptadas por lo que son y no por lo que parecen ya que las apariencias engañan. Pasemos ahora al tema de la “mexicanidad” de Alarcón. Como se sabe, Juan Ruiz de Alarcón nació en México, pero su “mexicanidad” ha sido materia de gran debate por muchos años. Por supuesto que se entiende que por el simple hecho de haber nacido en México Alarcón es mexicano, pero la discusión no es sobre éste hecho. Lo que los críticos debaten es su “mexica- nidad” en el sentido de que quieren averiguar si las cualidades, o defectos, de sus comedias pue- den provenir de su nacimiento en México y del tiempo que vivió en este país antes de salir para España o si provienen de sus experiencias como dramaturgo en aquel país. Su “mexicanidad” es un tema muy controversial de modo que es importante hacer notar los estudios más sobre- salientes que hasta el momento se han hecho. Antonio Alatorre, en su artículo “Breve historia de un problema: la mexicanidad de Ruiz de Alarcón”, presenta un breve, pero comprensivo recuento de los críticos que han afirmado, y de los que han negado, la “mexicanidad” del dra- maturgo. Los estudios sobre dicho tema han sido muchos, pero vale la pena resumir las opi- niones más sobresalientes a fin de poder apoyar la conclusión que se presentará más adelante en este trabajo. Alatorre indica que quizá el primero que aborda este tema es don Juan Eugenio Hartzenbusch quien publica la primera edición completa del dramaturgo en 1852. Este estudioso opina que para obtener una respuesta definitiva a dicha “mexicanidad” era necesario tener muchos más informes sobre la vida del dramaturgo. Comprendiendo al hombre, se comprendería al autor, pero que desgraciadamente, en el caso de Alarcón, es realmente muy poca la informa- ción que se tiene. (28) Sin embargo, provee una observación totalmente verdadera: Alarcón casi no alude en sus obras a su tierra natal. Más adelante en 1871, don Luis Fernández-Guerra y Orbe publican la primera biografía sobre el dramaturgo. En este voluminoso libro se publican varios documentos importantes y aprendemos que “en México hizo sus primeros estudios e inició su carrera universitaria; que en 1600 marchó a España y se matriculó en Salamanca; que en 1608 regresó a México, para volver de nuevo a la Península cinco o siete años más tarde, y que no volvió a salir de España hasta su muerte, ocurrida en 1639”. (29) Menéndez Pelayo, al igual que Hartzenbusch, también nota la ausencia de referencias al país natal y opina que “Sólo por su nacimiento y su grado de licenciado puede figurar [Alarcón] en los anales de México. Toda su actividad literaria se desarrolló en la Península de nuestro país, y fue tan ingenio de esta corte como los madrileños Lope, Tirso, Cal- derón y Moreto…” (30) Sin embargo, don José María Vigil, quien escribe a principios del siglo XX, añade que “…además del nacimiento, que por sí solo imprime carácter indeleble en el indi- viduo, Alarcón hizo en México la mayor parte

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