UNINTERLINGUA 2018

86 para lanzarla, bajo concisa fórmula, en oportunidad inesperada. Las observaciones breves, las réplicas imprevistas… abundan en Alarcón, y constituyen uno de los atractivos de su teatro. (13-14) Veintitrés años más tarde, sin renunciar a su tesis inicial, Henríquez Ureña indica que “La ‘extrañeza’, las características del teatro de Alarcón no se deben, pues, primordialmente a su mexicanismo, sino ante todo a su personalidad, a su don creador, a la peculiaridad de su genio poético”. (32) Demodo que en este segundo artículo el crítico añade otros motivos por los cuales Alarcón se distingue de sus contemporáneos españoles, pero no niega que esa ‘extrañeza’ tan difícil de definir en parte siga debién- dose a su mexicanismo.También opina este crítico que el propósito moral y el temperamento medita- tivo de Alarcón contribuyen al melancólico mundo del dramaturgo que muchas veces encontramos en sus obras. En 1913, mismo año en que Henríquez Ureña dicta su famosa conferencia, el mexicano Luis G. Urbina imparte su propia conferencia y dice que “hay en nuestras letras un toque de tristeza, herencia de la psicología indígena, y dejo de melancolía que las distingue claramente de las españolas”. (34) Alatorre informa que en esta conferencia Urbina no hace referencia a Alarcón, pero que cinco años más tarde sí se refiere expresa-mente a nuestro dramaturgo: “Si en España hizo su carrera teatral, dice, ‘fue Nueva España la que imprimió un suave carácter a su poesía, la que puso en las almas soñadas por él una ternura más dulce y melancó- lica que la que expresaban los otros ingenios; una cortesanía más blanda…’Alarcón ‘fue, en cuanto a su conformación psíquica, un hombre de México. España pudo cincelar la escultura; el bloque nos pertenece; es de mármol americano’” (34). Cinco años después, el escritor y filósofo mexi- cano Alfonso Reyes publica en Madrid dos comedias de Alarcón precedidas de un prólogo que los críticos dicen ser uno de los mejores estudios del arte dramático alarconiano. Reyes no niega la tesis del mexicanismo expuesta por Henríquez Ureña, simplemente la juzga “arries- gada” e indica que debe tomarse “con todas las reservas con que ha sido propuesta”. Treinta años después de la publicación del famoso pró- logo, Reyes publicó su libro “Letras de la Nueva España” donde indica que “No es ya lícito, en buena doctrina, negar que don Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza nos pertenezca, aunque su grandeza desborde el cuadro de la colonia y su metrópoli. Nada significa, en contra, el que haya ido a volcar su obra en los teatros madrileños, o el que en sus comedias sólo haya contadas alusiones a la tierra nativa. Él llevaba consigo a México. Aquí se modeló su ser en los primeros veinte años de su vida…Cierto que su literatura no guarda relación con la literatura novohispana de entonces, pero sí con el carácter humano que ya era aquí muy definido”. (80-81) Reyes continúa y dice, “Con la obra de Alarcón, México por primera vez toma la palabra ante el mundo y deja de recibir solamente para comenzar ya a devolver. Es el primer

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