UNINTERLINGUA 2018

88 las obras de Alarcón con aplicación crítica, “nada revelará que pertenezca a una raza dis- tinta de la que dio nacimiento a Lope, a Tirso, a Moreto, a Calderón”. Opina que los rasgos distintivos de Alarcón nada tienen que ver con su “mexicanismo” como lo piensa Henríquez Ureña, sino con sus condiciones personales, y que “ni siquiera se puede rastrear una gota de sangre indígena” en el dramatrugo. Sus defec- tos lo hacían ser cortés; era un simple “sistema de defensa” ya que la cortesía aísla y evita cho- ques dolorosos. La opinión de Fernández MacGregor no puede ser más enfática. En su teoría no hay lugar para el “mexicanismo” de Alarcón. Pero para el intelectual mexicano don Antonio Castro Leal, en su libro “Juan Ruiz de Alarcón su vida y su obra” publicado en 1943, la mexicanidad no ocurre de repente, de un momento a otro. Esta mexicanidad tan discutida es algo sutil y gradual que toma tiempo. Dice que la obra alarconiana anuncia los rasgos predominantes del espíritu mexicano, pero no posee características mexi- canas en sí. (208) En 1953, la opinión sobre el mexicanismo de Alarcón vira una vez más con el investigador italiano Carmelo Samona en su artículo “Problemas y aspectos de la personalidad de Alarcón” concluye que el concepto del mexicanismo no se funda en una verdadera documentación. Samona sugiere que dicho mexicanismo simplemente proviene de la exigencia de dar a Alarcón un carácter que lo distinga de los otros dramaturgos. Este investigador opina que, desde la llegada del dramaturgo a Sevilla, éste se encuentra en un estado de continua adaptación a una sociedad literaria en pleno triunfo e indica que en el Prólogo de la “Segunda parte”. de sus comedias no hay en él ningún espíritu de aislamiento, ni naturaleza esquiva, ni disci- plina interior. Concluye Antonio Alatorre en su artículo que el acercamiento que Samona ha tomado hacia la obra de Alarcón es comple- tamente objetivo, aunque también acepta que Samona es a veces demasiado negativo en su concepto de los valores del teatro alarconiano. (45) En 1995, David H. Darst en su artículo “La mexi- canidad de Juan Ruiz de Alarcón”, informa que la inclusión de Alarcón al “cuatrillo” dramático español del Siglo de Oro que incluye a Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca es una anomalía profesional dado que las obras alarconianas no eran tan populares

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