UNINTERLINGUA 2018
89 en esa época y no lo fueron hasta el siglo XX. (527) Darst se pregunta por qué se incluye a Alarcón en dicho “cuatrillo” cuando Guillén de Castro, Mira de Amescua y Pérez de Montal- ván, por nombrar unos pocos, escribían más comedias y eran más populares. Darst indica que dicha popularidad proviene de su abolengo americano, el cual es visto por José María Vigil and Pedro Henríquez Ureña, como el factor más influyente en su sensibilidad dramática. Tam- bién anota que a pesar de que Alarcón siguió paso a paso las reglas del “Arte nuevo” de Lope, hay mucho en los dramas del dramaturgo que los hacen lo que Alison Weber ha denominado como “agenéricos” y que se distinguen de la típica comedia lopesca. Darst también indica que los aspectos físicos de Alarcón combinados con el hecho de que era un forastero, son los factores que hay que tomar en cuenta al estu- diar las anomalías estilísticas de la producción alarconiana. (527) Jaime Concha, en particular, apoya la teoría de que el origen y la naturaleza de las obras de Alarcón se basan en su deformi- dad física, su carácter de segundón, su posición inestable en la nobleza media de su época pues el dramaturgo era un noble empobrecido, pero con parientes y mecenas poderosos, y por su condición de indiano. Pero, para Darst lo más importante sobre nuestro autor es la paradoja expresada por Ermilo Abreu Gómez: “Si ayer le llamaron intruso, nosotros debemos llamarle hoy nuestro verdadero hijo pródigo…fue mexi- cano en la medida en que le fue imposible ser español”. (528) Ruiz de Alarcón expresa en sus obras anomalías y rarezas que le distancian de Lope, de Tirso y de Calderón. A pesar de haber seguido el mismo patrón dramático, hay varios puntos técnicos que le separan del famoso trío. Darst nombra cuatro de esos puntos, por ejem- plo, su uso de la tramoya. Mientras otros usaron máquinas teatrales sólo para comedias de san- tos y mitológicas, Alarcón emplea la tramoya (enredo) a través de todos los géneros sin rela- ción aparente con la trama de la obra; segundo, la mezcla total de temas y argumentos que otros dramaturgos no combinaron como la mezcla de temas históricos con enredos amorosos; ter- cero, el uso de la violencia exagerada como en su obra “El anticristo”. Ningún otro autor del siglo XVII dramatiza momentos tan violentos como Alarcón; y cuarto, la falta de espíritu contra reformista en sus comedias como, por ejem- plo, “en el uso de la religión; porque donde la haya, el dramaturgo pasa por encima de ella o la presenta mal en sutiles debates o soliloquios pesados…”. (528) Finalmente, Alarcón se dis- tancia de la norma lopesca en su presentación de la mujer. Walter Poesse, en su libro titulado “Juan Ruiz de Alarcón”, indica que: Alarcón’s ladies are generally of three types: the malicious schemer who loses out, the ‘good’ schemer who triumphs, and a large number of rahter colorless, shadowy women. For all of their excellent qualities, Doña Ana of “The Walls Have Ears”, Lucrecia and Jacinta of “The Truth Suspect”, and Doña Blanca of “The Test of Promi- ses”, to mention the ladies of Alarcón’s three best plays, never rise to being much more than pawns. Several of his damas give great promise of being spirited and independent, with a mind of their own, but the promise is usually short-lived. (111)
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