UNINTERLINGUA 2018

92 cortesía, inclinación clásica, tendencia epigra- mática, temperamento reflexivo y preocupación ética, aunque no son exclusivos del espíritu mexicano, aparecen en sus obras con tanta frecuencia que se puede decir que todas estas forman una tonalidad que es muy propia del autor… la obra de Alarcón anuncia los rasgos predominantes del espíritu mexicano. (XXXV) En conclusión, sobre la “mexicanidad” del dra- maturgo podemos decir que las opiniones de los críticos que consideran a Alarcón, no solamente mexicano por su nacimiento, sino también por las características que en sus obras se encuen- tran son mayores que las de los críticos que lo consideran español dado que el dramaturgo escribió y presentó sus obras en España. En mi opinión, todos aquellos críticos que se han tomado el tiempo de estudiar la vida y obra de Alarcón y han contribuido de una forma u otra a este debate, han ayudado a lograr un mejor entendimiento sobre el carácter y la obra de este autor. El que se le considere mexicano o español no es tan importante como el que se reconozca el valor de sus obras y se le dedi- que su bien merecido espacio tanto en las letras españolas como mexicanas. Curioso es que más de trescientos setenta años después de su muerte aún se siga debatiendo su “mexicanidad” cuando lo cierto es que durante su vida a nadie le importó a quién o a cuál país le pertenecía Alarcón. Dorothy Schons en su artículo titulado “Alarcón’s Reputation in Mexico” informa que, durante la vida del dramaturgo, éste se vio eclipsado por Lope de Vega y cuando la enorme popularidad de Lope finalmente empezó a desvanecer, ésta se vio substituida por las espectaculares obras de Calderón que entraron de moda. Mientras el famoso dramaturgo francés Pierre Corneille admiraba e imitaba a Alarcón, en México se importaban las obras de Lope deVega, Calderón, Moreto y otros dramaturgos menores. En el siglo XVII y XVIII, las referencias sobre nuestro dramaturgo mexicano son raras. En 1778, cuando don José de la Borda, benefactor de Taxco muere, se centra la atención en este pueblo minero y por segunda vez se nombra a Juan Ruiz deAlarcón como uno de los hijos ilustres deTaxco. No fue hasta el siglo XIX cuando los mexicanos empezaron a prestar seria atención a Alarcón. El biógrafo José Mariano Beristain y Souza completó un catálogo de autores y libros en varios volúmenes que se publicaron entre 1816 y 1821. Sobre Alarcón se escribe prácticamente

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