UNINTERLINGUA 2019
lo protegiera. Lo golpeaba porque era muy poco lo que el pequeño obtenía pidiendo limosna durante el invierno vistiendo sólo una camisa para causar mayor lástima. El niño jamás se quejaba. Un día, ya cumpli- dos los 12 años, Marco se negó a ir por el alambre acostumbrado para que su padre lo golpeara. El padre fue por el alambre y le ordenó que se desnudara. El niño se negó a hacerlo y entonces el padre lo echo a la calle diciéndole que jamás regresara a casa. Tuvo la suerte de que un carpintero lo recogiera y le enseñó el oficio, pero el muchacho estudiaba de noche y llegó a in- gresar en la facultad de medicina. Se ena- moró y la novia también le amaba, pero un día una enferma en el hospital necesitaba de una transfusion de sangre. Su novia le advirtió que si él donaba su sangre se ten- dría que olvidar de ella. Marco, sacrifican- do su propia felicidad, se hizo voluntario para salvar a la enferma, pero desafortuna- damente hubo un descuido en la operación y Marco terminó infectado. Estuvo entre la vida y la muerte por dos meses. Cuan- do finalmente logró recuperarse estaba “convertido en un expectro, horriblemente desfigurado por los tumores que le habían devorado el rostro.” (p. 29). Después de un tiempo decidió salir de Roma y llegó a Buenos Aires en 1904. Ricardo Ortiz era argentino y, al igual que Donissoff, pertenecía a una familia rica. Estudió ingeniería eléctrica en el extranje- ro, y después regresó a Buenos Aires. Sin embargo, en vez de ejercer su profesión, se dedicó al estudio de pilas eléctricas. “… creía estar en la pista de un nuevo elemen- to de intensidad y constancia asombrosas.” (p. 31). Su padre le amenazó diciendo que le privaría de su mensualidad si no se dejaba de tonterías. Se dedicó entonces
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