UNINTERLINGUA 2020

con él. El ángel nunca estaba enojado, siempre sonreía y sólo de vez en cuando se veía un poco triste mientras pensaba, pero era entonces que se veía aún más hermoso. Después de unos días, el ángel pudo volar de nuevo, y cuando jugaba con los niños los cargaba hasta grandes altu- ras en sus brazos. Finalmente, un día el ángel dijo que, ya que una vez más estaba totalmente sano, no había excusa para permanecer en la Tierra y tendría que irse porque le estaban llamado desde allá arri- ba. Fue la niña, María, quien sugirió que el ángel los llevara con él. El ángel estuvo de acuerdo, así que puso a los niños en sus brazos y voló hacia el cielo mientras la madre miraba en éxtasis: “El ángel, a pe- sar de la distancia, parecía crecer. Era tan diáfano, que a través de sus alas se veía el Sol”. (p. 55). Después de un corto rato, el ángel regresó por ella también, terminando de esta forma el cuento. Eduardo Chirinos en su artículo “Del quet- zal al gallinazo: la percepción popular del ángel en dos cuentos hispanoamericanos” acertadamente nota que el autor escoge a dos niños como destinatarios de su relato porque “sabía que, en una sociedad ga- nada por el mercantilismo, la ciencia y los negocios, sólo los niños podían acceder sin prejuicios racionalistas al pacto fic- cional… los niños no reaccionan ante la aparición del ángel con temor…. Cuando el niño ve por primera vez al ángel su primera reacción es la sorpresa, pero inmediata- mente la reemplaza por la compasión… y esta ‘capacidad infantil’ es un presupuesto necesario para la comunicación con el ángel, pues los adultos – con la excepción señalada de la madre y de un poeta - ni siquiera son capaces de prestar atención al prodigio”. (p. 226). En este relato también podemos ver con claridad la forma como el autor percibe la vida. Recordemos que para él el amor es el valor más importante; es lo que une al universo. Para el autor, el amor es un ab- soluto al cual todos los otros valores le son secundarios. Nervo presenta a su ángel en esta Tierra como alguien bello y puro que sólo irradia ternura y amor. Este ángel brinda felicidad a los niños y a su madre. El amor, sentimiento tan valorado por Ner- vo, permea toda la historia. En su artículo “Sobre los ángeles: evolución del cuento fantástico latinoamericano en el siglo XX”, Jesús Rodero comenta acertadamente varias cosas sobre este cuento y sobre su autor. Por ejemplo, Rodero dice que el autor representa el modernismo clásico en México y que repudia el siglo XX porque en ese siglo la gente no sueña, sino que razo- na; no imagina, sino que analiza; no ama, sino que goza; no cree, sino que inquiere y no acepta, sino que discute. (p. 89) Es obvio que en este cuento Nervo dota a su ángel de características comúnmente asociadas con los ángeles de la religión cristiana, pues recordemos que después de la muerte de su padre, su madre lo envió a un colegio de religiosos. De su ángel se nos dice que era maravilloso de belleza, que su piel era translúcida, que sus ojos eran de un hondo azul de incom- parable diafanidad y que cada vez que mi- raban era de una manera que cada mirada producía éxtasis. Aún sus quejas cuando la mamá de los niños lo estaba curando producían un lamento armonioso. Absolu- tamente nada en él era desagradable; todo era belleza. Si nos atenemos a la caracterización que J. Hampton Keathley hace sobre los ánge- 16

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