UNINTERLINGUA 2020

Fuera del núcleo familiar, las enseñan- zas de la sexualidad no cambian. Entre mis amigos, solo hablamos de los senos, los glúteos, la vagina y las piernas de las mujeres. Y de nosotros, del tamaño del pene y la masturbación. Es decir, que Fina Sanz tiene razón, los varones vivenciamos una sexualidad focalizada y perdemos la oportunidad de interactuar con la inmensa mayoría de nuestro cuerpo y de nuestras fantasías. En la mayoría de las ocasiones, la televisión nos mostraba una sexualidad estrecha, plana, focalizada y con doble moral sexual. En las novelas, las series y las películas, siempre era lo mismo; en las relaciones de pareja hombre-mujer, el hombre siempre fungía como el activo, el que seducía y envolvía a la mujer, es decir, la conquistaba. El sistema patriarcal en todo su apogeo. Por su parte, la mujer era presentada como pasiva, como recep- tora, como esperando a ser conquistada. A la sexualidad la reducían al beso y al acto sexual. En la actualidad, ya se incluyen al- gunas ocasiones, otras orientaciones, pero con una carga de culpa y de aislamiento o con roles rígidos y estereotipados. En la escuela, que es la “educación for- mal”, la sexualidad se limitaba a la anato- mía y a la reproducción, afortunadamente esto se ha ido rebasando. La dificultad actual es en los trasmisores de la informa- ción, en ocasiones los maestros no están capacitados o tienen temor a hablar abier- tamente de la sexualidad y del erotismo. Los domingos que iba a la iglesia, se potencializaba lo pecaminoso de la sexua- lidad placentera. El padre con mil palabras nos daba un solo mensaje, “La sexualidad sirve solo para la reproducción. Se hace entre mujer y hombre, y solo que estén En las novelas, las series y las películas, siempre era lo mismo; en las relaciones de pareja hombre-mujer, el hombre siempre fungía como el activo, el que seducía y envolvía a la mujer, es decir, la conquistaba. 52

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