UNINTERLINGUA 2020

“Reporteros sin fronteras” pidió que se me presentara con vida y la única forma de presentarme, pues no iba a ser deján- dome otra vez libre. Me subieron a una camioneta y me presentaron luego, ante un agente del ministerio público. Ante ese agente del ministerio público, al que me presentaron y al que yo no estuve viendo, donde todavía yo seguí vendado de los ojos. Me estuvieron golpeando todavía por 48 horas más, pidiendo que declarara en una confesión que yo era parte de La Familia Michoacana y que mi actividad no era el periodismo, sino que era el narco- tráfico. Por supuesto, que me negué, yo no podía ni debía firmar la confesión de la que yo no era responsable. Nunca firmé y les digo, nunca firmé porque seguramente perdía yo el conocimiento cada vez que me llevaban a la tortura. Volví a aparecer vivo ante un Ministerio Público y el Ministerio Público, leyó los cargos que se me acreditaban en ese momento. Y dijo que yo era responsable, que se me estaba acusando de delitos de delincuencia organizada y fomento al nar- cotráfico. Se me fincaron esos dos delitos, el delito de delincuencia organizada y del fomento al narcotráfico. Con esa deci- sión, fui llevado a la cárcel, inicialmente a la cárcel estatal de Puentecillas. Decía “Me subieron a una camioneta, me llevaron esposado y me pusieron una capucha en la cara.” 71

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