UNINTERLINGUA 2020

cada en el 2017. Y son dos libros, donde narro mi experiencia dentro de la prisión, vista desde el punto de vista, valga la redundancia, de un periodista. Pero, sobre todo de cómo una persona, de cómo un preso inocente tiene que verse sujeto a las condiciones de exterminio que establece el propio estado. Por supuesto, hubo muchos factores que influyeron que no me dejara quebrar dentro de la cárcel. Uno de esos factores fue, primero la convicción de que yo sabía que era inocente de lo que se señalaba. Segundo, la necesidad de demostrar a quienes me tenían ahí, que no me iban a quebrar. Tercero, la fe inquebrantable, de que yo tengo siempre en la existencia de un Ser Superior. Pero, cuarto y creo que es el más importante, creo que fue el ejercicio periodístico. Yo nunca dejé de sentirme en la cárcel un periodista, porque siempre he sido un periodista y creo que ese sentir y ese verme, hacía que todos los días yo me levantara 6 de la mañana, como se levantan todos los presos al pase de lista, me bañara pensando en que ese día iba a ser un reportaje. Y que ese día iba a platicar con alguien sobre un tema importante, que me sirviera posteriormen- te para poder plasmarlo y llevarlo al públi- co. Creo que eso fue lo más importante, el aspecto de sentirme periodista. El comandante fue asesinado, porque fue ingresado a la cárcel, porque se le encon- tró que tenía relación con el Cartel de los Zetas. Se le abrió un proceso y dentro de la cárcel, fue asesinado. No más volví a saber de él. Y eso lo supe, por una noticia sin querer en el periódico, porque después de que salí de la cárcel lo que menos que- ría era saber de ellos, de mis captores y de esa gente. ¿Qué pasó con Felipe Cal- derón? Con Felipe Calderón me encontré, más bien con su esposa, me encontré en una cena que hace la Editorial Penguin Random House, para todos sus escritores. Y allí también escribe, Margarita Zavala, y fue la única vez que la vi. No más no he vuelto, no me topado con ellos. A Morelia, yo no puedo llegar porque tengo amena- zas de muerte, que es donde ellos viven y es donde pudiera encontrarme, pues por esa misma razón, tampoco me animo a ir a la ciudad de Morelia, no he sabido más. Hay una demanda por parte mía en contra del Estado, para reclamar la reparación del daño por ese encarcelamiento injusto. Tengo demandado al Estado mexicano, ante la Corte Interamericana de Dere- chos Humanos y tengo también, iniciado un proceso para que se me clasifique como víctima, ante la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas. No voy a cesar, no tengo otro recurso más que obligar al Estado para que reconozca el encarcela- miento, que se hizo de mi persona, fue a todas luces injusto. Cuando yo fui procesado, la única prueba que el Ministerio Público presentó, fue ese organigrama del que ya les dije, un orga- nigrama que hizo el comandante de la po- licía ministerial. Pero, fuera de ese orga- nigrama, nunca se presentó una llamada telefónica, una fotografía. Incautaron una cuenta bancaria mía, me la congelaron, que era la cuenta con la que manejaba yo el periódico. La que, en ese día de su incautación, el día del congelamiento de los bienes materiales de esa cuenta, eran 7, 500 pesos lo que tenía en la cuenta bancaria. Entonces, la Secretaría de Ha- 77

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