A lo largo de los años, en muchas circunstancias, desde talleres de liderazgo y manejo de grupos, hasta en el campo de juego, he escuchado varias veces esta frase: “Si quieres conocer a alguien, ponlo a jugar”. Al final, esta frase se basa en la idea de que al momento de estar jugando, todas las máscaras y poses que uno puede tener, se van y dejan paso a la verdadera personalidad. Es en el juego donde la mayoría de las cualidades y defectos salen a flote.
En las siguientes líneas, hablaré de tres habilidades que se aprenden en el futbol americano. Juntas, nos darán una pequeña idea de cómo piensa alguien que participa o ha participado en este deporte activamente.
La perseverancia
Es cierto que esta es una habilidad que cualquier deporte puede enseñar, sin embargo, considero que el futbol americano lo hace como ningún otro deporte.
Comento esto porque creo que es un tanto más complicado conservar la decisión de entrenar cuando tus primeras prácticas las terminaste sintiéndote como atropellado, con esos dolores que sólo puedes experimentar un día después de haber tenido entrenamiento de golpeo, por ejemplo.
Puede ser que incluso no te fue tan bien cuanto te tiraron los primeros pases, y de diez que te lanzaron, cachaste nada más uno. A lo mejor, la primera vez que te tocó bloquear a alguien, te pasó por encima, y ni siquiera conseguiste “estorbarle” adecuadamente.
Diría que después de todas estas contrariedades, va hasta en contra del sentido de conservación propia regresar a un lugar donde sabes que hay gente más grande que tú, que además te va a golpear, y muchas veces aun más fuerte de lo que puedes aguantar. Sin embargo, tu mente también ha entrenado, y has entendido que retándote a ti mismo es la única manera en la que puedes mejorar.
Ese último golpe te sacó el aire y te dejó viendo estrellitas… pero te levantas, estás listo para más. No: no es masoquismo: has aprendido la perseverancia. De reojo ves a ése que te acaba de atropellar, tu boca dibuja una sonrisa: te levantas, estás seguro de que irás a entrenar al día siguiente.
La fortaleza mental
El punto anterior nos guía inevitablemente a esa fortaleza mental que sólo se aprende a través del deporte. Muchas veces te verás (o te has visto) en situaciones donde tienes todas las de perder; sin embargo, durante tu recorrido por este deporte has aprendido que tu mente guarda un tanque extra para cuando el de tu cuerpo se haya terminado.
De esta manera, aunque la persona a la que te toque enfrentar en la línea se vea más grande y más fuerte que tú, sabes que si ambos tanques –el de tu cuerpo y el de tu mente—se alinean hacia un mismo propósito, lograrás mover al contrario las veces que sea necesario.
Esto no significa que vaya a ser fácil: significa que es posible empleando tu fuerza, tu inteligencia y ese extra que tu mente te guarda.
El trabajo en equipo
Cualquier deporte, es a fin de cuentas una analogía de la vida, y si el deporte en cuestión tiene que ver con trabajo en equipo se agregan más ingredientes a la mezcla.
En el futbol americano, como en algunos otros deportes, este último ingrediente es siempre el principal. Aunque como en todos los deportes, las habilidades individuales tienen mucho que ver, el jugador de este deporte entiende que el éxito sólo puede ser alcanzado si estas aptitudes se ponen en la mesa para el bien común del equipo.
Nuestros coaches siempre hacen énfasis en esto. Si bien, en cualquier deporte donde se juegue en equipo sucede esto en los entrenamientos, si tú has tenido el privilegio de jugar este hermoso deporte, recordarás numerosas ocasiones donde alguien comete un error durante el entrenamiento y todos terminan haciendo lagartijas de castigo. En estas ocasiones, tus primeras reacciones siempre fueron del tipo de: “¡¿pero por qué me castigan a mi si el que se equivocó fue Fulano?!”. Al final, la respuesta siempre es: “porque somos un equipo”.
En este deporte, aprendimos que la mejor forma de participar es juntos, como uno solo: el único ente que participa solo es el equipo, pues entendemos que el acierto o el error de uno es el acierto o el error de todos, y que pase lo que pase con el marcador final, si estamos juntos, si pensamos juntos, si actuamos juntos, todo tiene remedio.
Tenemos bien claro que al final, la gloria no es sólo para uno: es para el equipo. Cuando te preguntan cómo te fue en el partido, no respondes “gané”, respondes “ganamos”.
Estas tres habilidades que se aprenden en el futbol americano te separan de los demás, porque entiendes las cosas de manera diferente. Las bondades del futbol americano te han llevado de la mano a través de la noche más obscura y de la mañana más soleada y te han hecho aprender estas lecciones. Ya no ves las cosas de la misma manera que lo hacías antes, tu forma de pensar ha cambiado.
Sin embargo, sin duda la lección más valiosa que has aprendido es que estas bendiciones que el futbol americano te ha regalado no son sólo para ti, pues eres parte de un equipo. Has aprendido que también es tu deber hacer mejores a los demás, a todos los que te rodean… y no, no estoy hablando sólo a los que te rodean en el campo de juego.