Por: Kevin Trahan
Fuente:www.sports.vice.com
Cuando el primer pañuelo de falta personal sea lanzado esta temporada en el futbol americano colegial, resultando en la expulsión del jugador por tratarse de un acto de rudeza innecesaria, la grada que simpatiza con el PFT Commenter pegará de gritos, inevitablemente, y se lamentará que este deporte se haya convertido en “tochito”.
Desde luego, esto no es verdad. El futbol americano continúa siendo un deporte de colisiones de alta velocidad; las tacleadas y los brutales golpes siguen siendo parte fundamental del juego. De hecho, el daño cerebral que puede generarse de dicha violencia es la razón por la cual la National Football League (NFL) y la National Collegiate Athletic Association se encuentran potencialmente en problemas que les pueden costar miles de millones de dólares por demandas colectivas de conmociones. Es por esto que también los índices de participación en el futbol americano están disminuyendo.
El futbol americano que conocemos enfrenta como mínimo la posibilidad de un declive a larga plazo, e incluso la pérdida cultural y el alcance del marketing en lugares recónditos, como le sucedió por un período al boxeo. La amenaza del deporte estadounidense que más dinero produce —mejor no mencionar la salud de sus participantes— ha planteado una pregunta para los poderes que lo rigen: ¿Qué cambios pueden hacer al futbol americano más seguro, y al mismo tiempo asegurar que el juego permanezca reconocible?
Le planteé esta pregunta a varios doctores, entrenadores, y ex jugadores. Esto es lo que dijeron respecto a cómo se vería una versión más segura del deporte en el futuro.
Sensores para los árbitros
Los grandes golpes a la cabeza que terminan saliendo en SportsCenter la mañana siguiente son los que más se asocian con las conmociones cerebrales, pero no son los receptores indefensos los que son más susceptibles a lesiones de cabeza a largo plazo.
Se cree que los impactos al borde de una conmoción cerebral, en específico aquellos que se dan en la línea ofensiva, son mucho más peligrosos conforme pasa el tiempo. Dichos impactos también son los más difíciles de marcar durante el juego. Después de todo, los árbitros que podrían sancionarlos están más enfocados en el resto del campo; incluso si estuvieran al pendiente de las trincheras, les sería particularmente complicado ver qué golpes son peligrosos, o lanzar pañuelos por contacto de casco contra casco, especialmente cuando la jugada aislada no parece peligrosa.
“Hemos hablado con árbitros que dicen haber marcado las faltas solo si se trata del mariscal de campo o de un receptor indefenso,” dice el Dr. Eric Nauman del Purdue Neurotrauma Group.
Nauman y su grupo en Purdue han concluido que los hombres en la línea de golpeo reciben entre 1,000 y 1,500 golpes a la cabeza por temporada “con la fuerza suficiente como para afectar el funcionamiento del cerebro”.
Marcar las penalizaciones en el momento podrían convertir significativamente al futbol americano en un deporte más seguro. De acuerdo con Nauman, los investigadores están desarrollando la tecnología en forma de sensores que avisen a los árbitros “si los jugadores bajaron la cabeza para lograr un impacto cabeza con cabeza,” que sería sancionado como un golpe innecesario.
Los sensores no detectarían todos los impactos, y penalizar todo contacto de casco en la línea de golpeo sería impráctico. Determinar el borde de un contacto ilegal será complicado. Aún así, mientras el peligro de las conmociones cada vez es más sonado, la tecnología capaz de monitorear los impactos a la cabeza en la línea de golpeo puede ser de mucha ayuda.
Eliminar los despejes
En un esfuerzo por reducir el número de colisiones de alta velocidad, el futbol americano cambió la línea de despeje y concedió cinco yardas adicionales para los touchbacks. Es un paso en la dirección correcta, pero no es suficiente para hacer una enorme diferencia.
Los equipos practican los despejes en cada práctica, y nadie se salva de los impactos de alta velocidad —los que bloquean y los que taclean, no solo el jugador que regresa el balón. Cuando fui a una práctica de Notre Dame a principios de este año, la parte de los despejes presentó la sesión más intensa de golpes de todo el entrenamiento.
Dado que dichos choques están dentro de los más peligrosos para los jugadores, tendría sentido eliminarlos por completo, y en su lugar poner el balón en la yarda 20. Las patadas de despeje son divertidas, pero el futbol americano sigue siendo futbol americano sin ellas.
Eliminar la posición de tres puntos
La gente que aboga por cambios en el futbol americano casi siempre es vista como villanos aferrados en destruir el deporte, pero ello no podría ser más erróneo en el caso del Dr. Julian Bailes. De hecho, Bailes una vez dijo, “El futbol americano era toda mi vida.”
Bailes, actualmente el presidente del North Shore Neurological Institute de Chicago, sigue amando a este deporte, pero también está a favor de que sea mucho más seguro. Es por ello que ha propuesto una idea radical para cambiar la forma de juego de los jugadores en la línea de golpeo.
“Le propuse a la NFL hace muchos años que la línea de golpeo debería dejar atrás la posición de tres puntos,” Bailes comentó para VICE Sports. “Tuvimos varios ex jugadores de la NFL que no sufrieron conmociones pero que fueron diagnosticados con ETC (encefalopatía traumática crónica).”
La posición de tres puntos —el jugador se inclina con una mano en el piso— le permite a los jugadores impulsarse hacia delante, usando su cabeza como arma. Un posición de dos puntos eliminaría los impactos cabeza con cabeza que ocurren en la línea de golpeo. Definitivamente sería un cambio para aquellos que enseñan los fundamentos de la línea, pero no es del todo desconocida en algunas posiciones: por ejemplo, las alas defensivas a veces utilizan dicha posición.
Bailes no es la única persona que piensa eliminar la posición de tres puntos; John Madden ha abogado en repetidas ocasiones por un cambio, mientras que el comisionado de la NFL Roger Goodell dijo una vez en el programa Face the Nation de CBS que en un futuro podría ser prohibido.
Menos contacto en la temporada
Aunque las compañías fabricantes de cascos ofrecen avances tecnológicos, nadie en la comunidad médica cree que un casco del futuro pueda resolver mágicamente la crisis del daño cerebral en el futbol americano. “No existe un casco anti-conmociones,” dice Bailes. “El equipo es un componente más, pero no creo que sea la respuesta.” De igual manera, los programas de tacleo considerados “seguros”, como la iniciativa Heads Up patrocinada por la NFL, o los derribos al estilo de rugby patrocinados por Pete Carroll, no pueden eliminar la posición de la cabeza de lo que siempre será un violento concurso donde el hombre más inclinado siempre gana.
Ningún trauma cerebral es bueno. Muchos investigadores estudiando el vínculo entre golpes a la cabeza y daño cerebral —incluyendo ETC, otras enfermedades neurodegenerativas, síndrome pos-conmoción, y una serie de varios problemas de salud— han encontrado que el daño es acumulativo. Entre más golpes recibas, más alto es el riesgo.
El cambio más efectivo podría ser el más simple: jugar menos futbol americano. Deshacerse de tantas tacleadas como sea posible. Quitar casi todos los impactos en los entrenamientos, practicar tacleadas en escenarios controlados, y incluso tal vez limitar el número de partidos para cada jugador.
Es muy probable que los entrenadores de la vieja escuela lo tomen a mal. Tampoco complacerá a los departamentos atléticos, a los dueños de la NFL, a los dueños de los derechos televisivos, o a los fanáticos. Menos futbol americano significa menos programación, menos entretenimiento y menos dinero.
Aún así, es posible. Hace mucho tiempo, las tacleadas en el futbol americano antes de la preparatoria eran escazas. Las temporadas en la preparatoria, la universidad y en el ámbito profesional eran más cortas. Los partidos de jueves por la noche no existían. Los jugadores tenían más tiempo para descansar y recuperarse. Antes de los avances en cirugías ortopédicas y, seamos honestos, en las farmacéuticas de analgésicos, los jugadores eran sustituidos con más frecuencia. De todas formas, estaban menos expuestos a contactos de cabeza.
Las ligas y escuelas ya han reducido los impactos en los entrenamientos, pero se puede hacer más. John Gagliardi fue entrenador de la Universidad de St. John en Minnesota por 64 temporadas, y por décadas eliminó cualquier tipo de contacto y tacleadas en la práctica.
También es el entrenador con más victorias en la historia del futbol americano colegial.
El futbol americano actual no es “tochito”, pero mientras las demandas y las lesiones se siguen acumulando, las personas encargadas de este deporte puede que se vean obligadas a realizar cambios drásticos. Esto no complacerá a los puristas que no quieren ver cambios en el deporte que aman. Sin embargo, al final de día, las pequeñas concesiones puede que terminen salvando el juego —o, al menos, una versión de éste que sea parecida a la que tenemos actualmente.