Los hábitos son aquellas tareas que realizamos casi de forma subconsciente, que luego de haberlas llevado a cabo por incontables veces a lo largo de nuestra vida, ahora simplemente forman parte de nuestros días, a tal punto que ni siquiera necesitamos pensar en ellos para hacerlo. Vestirse, bañarse, lavarse los dientes, etc, son claros ejemplos de los hábitos que adquirimos conforme crecemos.
Sin embargo, así como existen estos hábitos que podemos considerar como buenos, también existen malos hábitos que por lo general deterioran nuestra calidad de vida. Algunos de ellos pueden ser el consumir comida chatarra, morderse las uñas, fumar, beber en exceso, etc. La verdad es que todos estos los adquirimos por voluntad propia, y así como adaptarse a ellos es fácil, también lo puede ser desprenderse de ellos y aprender hábitos buenos en el transcurso.
Existen múltiples ejercicios que pueden ayudarnos en la tarea y aunque para muchos quizás requiera algo más de sacrificio, al final de cuentas veremos que todo el esfuerzo habrá valido la pena. El primer paso es conocerse así mismo, es decir, pensar detenidamente en todas las actividades que realizamos diariamente y a partir de ahí, apuntar en una libreta lo que se considera como un hábito bueno y un hábito malo. Esto nos permitirá determinar cuáles son nuestras actividades que afectan más a llevar una vida saludable y productiva para poder ir eliminándolos unos tras otros.
Lo que la ciencia nos dice sobre los hábitos
En 1887, el considerado como padre de la piscología científica, William James, publicó un artículo titulado como “El hábito”, en el que describió las bases de la plasticidad del sistema nervioso y el cerebro. James se percató de lo importante que es formar buenos hábitos, pues con esto se ganan automatismos que llevan a conductas favorables de manera inconsciente. En ese mismo estudio se determinó que los hábitos se pueden aprender y desaprender, ya que no están ligados a un comportamiento similar con el que puede ser confundido, y al que se le denomina instinto que debe su origen a la genética del cuerpo.
Por otra parte, William James estipuló que nuestro cerebro es capaz de adaptarse a nuevas influencias o en este caso, hábitos, aunque requiere de algo de tiempo para poder tener una aceptación total. Incluso mencionó que se necesitan de al menos 21 días de repeticiones consecutivas en una actividad para ir tomando esa costumbre.
La manera más fácil de adquirir hábitos saludables
Si has llegado hasta este punto del artículo es porque en realidad deseas cambiar tus rutinas diarias que consideras malas, por unas buenas. Y no te desesperes que ya viene la parte más importante. Primero vamos a establecer que la mejor manera de adoptar hábitos nuevos es comenzando ¡YA!. El aplazar el tiempo solamente propicia a crear más dudas y aumentar las probabilidades de no realizar nada al respecto para cambiar.
Ahora sí, ya podemos seguir:
- Un hábito por vez: Recuerda empezar por crear tu lista y escoger solamente un hábito que quieras cambiar. Si empiezas con lo más difícil, verás que los siguientes hábitos malos serán más fáciles de cambiar. Debes tener en cuenta que sólo puedes modificar un comportamiento por vez, ya que hacerlo de forma múltiples, sólo incentiva al fracaso debido a la frustración de cambiar grandes aspectos de la vida de un momento a otro.
- Determina tus razones: Antes de empezar a aplicar estos cambios, pregúntate el por qué quieres cambiar, ya que aunque suene banal y tonto, el tener una razón fuerte incentiva a llevar una mayor fuerza de voluntad.
- Ejercítate a diario: Obviamente esto se trata de una metáfora bastante simple, pero si no la haz captado, se refiere a que pongas en práctica este nuevo comportamiento saludable a diario. Tal y como lo dice en el estudio, se requieren de 21 días de práctica continua para adoptar una nueva rutina. Eso sí, no trates de volar antes de empezar a caminar y ve por objetivos realistas, invirtiendo tiempos cortos que se vayan prolongando progresivamente, ya que de intentar adoptar una nueva costumbre de un momento a otro, solo causa frustración y la eventual rendición.
- Piensa a futuro: Es decir, que una vez establecidas las razones del por qué has decidido cambiar un aspecto significativo de tu vida, el hecho de visualizarse así mismo en el futuro, como una persona con hábitos positivos, es sin duda una estimulación poderosa para cambiar. Imaginarse a sí mismo luciendo ese traje perfecto de la tienda en un cuerpo escultural, propio; vaya que hace la diferencia.
- Vence el miedo y la incertidumbre: Si ya has pensado que lo que estás a punto de hacer te va a traer cosas buenas, entonces no hay que pensarlo ni tener miedo al cambio, ya que esto solamente promueve la indecisión y el eventual abandono del ejercicio.
- Comienza ya: No te apague a frases patéticas como “el lunes comienzo”, “a inicios de año comienzo”, ya que con esto sólo se aplaza el proceso de transformación, y bueno, más arriba hemos expuesto las desventajas de la indecisión.
- La influencia del ambiente: Recuerda que tu entorno depende de mucho para ayudarte a cambiar. Si por ejemplo te has decidido a dejar de ingerir comida chatarra, lo mejor es deshacerse de toda la que esté disponible en la casa. Con esto no me refiero a darse el último festín antes de comenzar, porque eso seguramente retrasará el proceso. Lo mejor es regalarlo o venderlo todo y empezar a comprar comida saludable.
- Mira lo que has dejado atrás: Antes de concluir con los 21 días de entrenamiento, visualizarte a tí mismo, tal y como eras antes, y como lo eres en ese momento, sin duda puede ser una forma de estimularse al ver que los resultados están dando frutos aún sin haber acabado con el entrenamiento.
- No te rindas: Si por alguna razón tuviste un momento de decaída y no pudiste cumplir con el lapso de los 21 días, no es motivo suficiente para rendirse, sino todo lo contrario, aprender de esa mala experiencia y evitarla al siguiente intento.
Formando hábitos con el Método de Jerry Seinfeld para adoptar hábitos
Este método desarrollado por el comediante Jerry Seinfeld es considerado eficaz por muchas personas que lo han puesto a prueba, además de que no requiere experimentos complejos y nada por el estilo. Su finalidad es la de permitirnos controlar cada uno de los 21 días o el tiempo que necesitemos para tomar esa nueva costumbre.
Para ello, vas a necesitar un calendario de grandes proporciones, que debe estar ubicado en un lugar visible sobre el que pases a diario y te obligue a toparte con él. Al comenzar con el ejercicio, al final del día debes tachar ese con un marcador de color vivo, y lo mismo con los siguientes días en donde lleves a cabo la actividad. Si te has saltado un día, vuelve a comenzar al siguiente, pero no retomes la cuenta, sino que vas a tomar esa fecha específica como ell día número 1, nuevamente.
Si no te gusta “ensuciar” las paredes de tu hogar con lo que podrías considerar una banalidad, no te olvides que puedes utilizar los dispositivos digitales para llevar a cabo la tarea. Existen múltiples aplicaciones para tablets y smartphones o computadoras que permiten programar recordatorios a horas y fechas específicas.