En el arranque del receso de temporada, escucharemos constantemente referencias hacia la agencia libre y el draft como los momentos en que se construyen a los campeones.
También es el momento en que se pueden enmendar errores del pasado.
A diferencia de otras ligas profesionales, los contratos de la NFL no están garantizados en su totalidad. Los siguientes días serán vitales para que algunos equipos se desprendan de pesadas lozas financieras, cortando a jugadores cuyo rendimiento no está a la par de su sueldo, o que simplemente ya no tienen cupo bajo el techo del tope salarial del 2015, que no ha sido definido todavía, pero que se proyecta ronde los 140 millones de dólares por franquicia.
Desde luego, firmar contratos onerosos con enormes bonos por firmar y de plantilla, conlleva un precio, que se traduce en el dinero muerto que el equipo carga contra su tope salarial, aun cuando el jugador ya no forma parte de la plantilla. A veces, se describe como el dinero que compromete un equipo contra su nómina para que un elemento ya no juegue con el club, pero eso es impreciso. En realidad, es un cargo prorrateado de un dinero que se entregó anticipadamente a un jugador. Sin embargo, de acuerdo al momento en que se contempla el corte de un jugador y a la estructura de su contrato, puede salir más “caro”, de momento, cortarlo que mantenerlo en plantilla.
Un ejemplo perfecto sería Jay Cutler, quien firmó antes de la temporada pasada una extensión de contrato por 126.7 millones de dólares por siete temporadas con los Chicago Bears. Ese convenio incluyó la cantidad garantizada de unos 54 millones de dólares, entre sueldos y bonos. En el primer año de ese acuerdo, Cutler se embolsó un salario base de 17.5 millones de dólares, más un bono por reestructuración de 5 millones de dólares. Ese bono se partió en cinco fracciones, que impactan por 1 millón de dólares al tope salarial de los Bears en 2014, 2015, 2016, 2017 y 2018. El salario base para Cutler en el 2015 es de 15.5 millones de dólares, mientras que su impacto en contra del tope salarial de este año es de 16.5 millones, resultando la suma de ese sueldo base más la parte proporcional del bono por reestructurar correspondiente a este año. Sin embargo, en caso de cortarlo, los Bears no se “ahorrarían” esos 16.5 millones de dólares en contra de su tope salarial, sino que cargarían con un impacto de 19.5 millones, que resulta del dinero garantizado en el contrato de Cutler que todavía no se descuenta al tope del equipo, sin importar si ya se pagó o no al jugador. Sin embargo, el año entrante, esa píldora sería más sencilla de tomar. Cutler tiene contemplado un sueldo base de 16 millones de dólares, y contaría por 17 millones contra el tope salarial, pero en caso de ser cortado, los Bears cargarían un impacto por dinero muerto de apenas 3 millones, gracias a que ya se habría pagado la totalidad del dinero garantizado de su contrato y solamente restaría descontar la parte prorrateada del bono de reestructuración para los años previstos, cargos que se acelerarían contra el tope del 2016. Otro año como el que nos acaba de ofrecer Cutler sin lugar a dudas sería su último en Chicago, dados estos números.
Regresando al presente, hay varios candidatos para ser cortados, o al menos reestructurados, en días próximos.
Los New York Jets ya anunciaron que no ejercerán una opción contractual sobre Chris Johnson. Eso implica que el equipo prefiere recibir un impacto de 1.75 millones de dólares contra su tope salarial de este año, sin contar con el corredor, en lugar de pagarle un sueldo de 3.5 millones más un bono de otros 250,000 dólares para mantenerlo en la banca, a cambio de un impacto de 5.25 millones de dólares contra su nómina.
Lo mismo ocurrió con Henry Melton y los Dallas Cowboys. El liniero defensivo tenía programado cobrar un sueldo de 9 millones de dólares para el 2015, e impactar el tope de los Cowboys por 9.25 millones. Ahora, Dallas cargará con una cantidad de dinero muerto de 750,000 dólares a nombre de Melton, sin que forme parte del equipo.
En Minnesota, Adrian Peterson corre riesgo serio de ser cortado. El corredor estelar tiene programado un sueldo base de 12.75 millones de dólares, además de un bono por 25,000 dólares. Su impacto contra el tope salarial de Minny para el 2015, en caso de mantenerse en plantilla, es de 15.4 millones. Dejarlo libre –más allá del escándalo que lo tuvo sin jugar durante la mayor parte del año pasado–, generará un cargo de 2.4 millones de dólares contra el tope salarial de los Vikes de este año, además de cerrar un capítulo polémico en la historia del club. Créanlo o no, firmar a Peterson –quien está a punto de cumplir los 30 años de edad– en la agencia libre, seguramente saldrá más barato que Demarco Murray, un corredor que posiblemente no quepa bajo el tope de los Cowboys la siguiente campaña después de ser el líder corredor de la NFL.
Siguiendo con corredores, Matt Forté también podría estar en la cuerda floja. Su cargo contra el tope salarial de 9.2 millones de dólares, y su sueldo base para el ’15 de 7.05 millones, sin contar un bono de 1.15 millones, son elevados, en el último año de su acuerdo actual. Si los Bears quieren retener a su mejor jugador ofensivo, lo más probable, entonces, sería una reestructuración contractual que convierta parte de ese sueldo en un bono prorrateable que se pueda repartir en campañas futuras, aunque se le entregue el dinero a Forté este año. A final de cuentas, al jugador no le importa bajo qué concepto recibe sus billetes.
Steven Jackson de los Atlanta Falcons, y Trent Richardson de los Indianapolis Colts, casi seguramente serán cortados, también.
Empujar cargos contra el tope salarial hacia años futuros no es el único aliciente para reestructurar un contrato, y en ocasiones resulta un efecto secundario. A veces, lo más importante, sigue siendo retener los servicios de un jugador estelar, particularmente cuando está en el mejor momento de su carrera.
Muhammad Wilkerson de los Jets es un ejemplo perfecto. Su salario base para el 2015, último de su convenio actual, es de 6.969 millones de dólares, sin ningún bono previsto para este año. Su impacto contra el tope salarial es de esos mismos 6.969 millones, sin cargo por dinero muerto en caso de ser cortado. Una extensión salarial reduciría ese sueldo base, y por consiguiente, el cargo contra el tope salarial de este año, a cambio de un jugoso bono por reestructurar cuyo impacto se repartiría a lo largo de la vida de esa extensión. Pero antes que nada, vincularía a un jugador todavía joven y productivo como Wilkerson a los Jets en los mejores años de su trayectoria profesional. El efecto secundario sería una mayor capacidad inmediata para invertir una porción de dinero bajo el tope actual en otros jugadores.
En el mismo caso de Wilkerson se encuentran Prince Amukamura con los New York Giants (sueldo de 6.898 millones de dólares), y Mike Pouncey con los Pittsburgh Steelers (sueldo de 7.438 millones de dólares).
Ya que tocamos a los Steelers, parece imperativo reestructurar el convenio de Ben Roethlisberger. Es innegable el interés mutuo entre el equipo y el club para que Roethlisberger juegue hasta su retiro en Pittsburgh, pero el cargo contra el tope actual del convenio del pasador es inmenso: 18.395 millones de dólares. En lugar de invertir un poco más del 13 por ciento del tope proyectado de 140 millones en un sólo jugador, Pittsburgh podría reducir ese impacto y atar a una de sus figuras históricas hasta el fin de sus días como jugador con el club con una reestructuración contractual.
Además de Roethlisberger, otros jugadores que podrían acordar reestructuraciones contractuales para alivianar su peso contra el tope salarial del 2015 –operandobajo la presunción de que sus respectivos equipos todavía los quieren en plantilla– incluyen a Haloti Ngata de los Baltimore Ravens (16 millones de dólares contra el tope), Andre Johnson y Arian Foster de los Houston Texans (16.144,583 y 9 millones, respectivamente), Greg Jennings en Minnesota (11 millones), Tamba Hali y Dwayne Bowe de los Kansas City Chiefs (11.964,706 y 14 millones, respectivamente), Marcedes Lewis y Paul Posluszny con los Jacksonville Jaguars (8.2 y 9.5 millones, respectivamente), Joe Thomas con los Cleveland Browns (10.2 millones), Peyton Manning con los Denver Broncos (21.5 millones), y Charles Johnson con los Carolina Panthers (20.02 millones).
Entre los que considero están parados sobre la delgada línea entre que el equipo los podría retener –pero sólo a un precio accesible–, pero que igualmente pueden ser dejados en libertad sin que sea sorpresa para nadie, incluyo a Cary Williams con los Philadelphia Eagles (8.166,667 millones contra el tope del 2015), Darrelle Revis con los New England Patriots (25 millones), Mike Wallace con los Dolphins (12.1 millones), A.J. Hawk y Brad Jones con los Green Bay Packers (5.1 y 4.75 millones, respectivamente), Paul Kruger y Desmond Bryant con los Browns (8.2 y 7 millones, respectivamente), Leon Hall con los Cincinnati Bengals (9.6 millones), y Johnathan Joseph con los Texans (12.25 millones). Una petición de reducción salarial podría estar incluida en la oferta de reestructuración para todos estos jugadores.
Si hablamos de candidatos claros a ser cortados, es necesario mencionar a Percy Harvin con los Jets (10.5 millones contra el tope salarial, sin cargo por dinero muerto en caso de ser cortado), Matt Schaub con los Oakland Raiders (5.5 millones contra el tope, sin cargo en caso de ser cortado), Dannell Ellerbe de los Dolphins (9.5 millones contra el tope, 4.2 millones en caso de ser cortado), Ted Ginn Jr. de los Arizona Cardinals (4 millones contra el tope, 1.5 millones en caso de ser cortado), Chris Myers de los Texans (8 millones contra el tope, 2 millones en caso de ser cortado), DeMeco Ryans de los Eagles (6.9 millones contra el tope, sin cargo en caso de ser cortado), junto a Steven Jackson y Trent Richardson, mencionados arriba. Finalmente Chris Johnson y Henry Melton estaban contemplados en este rubro al momento de iniciar la redacción de esta entrada de blog, antes de que se anunciaran las salidas de sus respectivos clubes.
La purga es inevitable, y quien salga mejor librado de ella ya lleva una leve ventaja, al menos en los libros de contabilidad, sobre el resto de las franquicias, pese a que estemos a meses del inicio de la nueva campaña.