Una experiencia inolvidable

Dos jugadores de los Rams muestran la dura vida en las calles de St. Louis

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LA IDEA SURGIÓ mientras el autobús de los St. Louis Rams se acercó a una sección escabrosa del centro de St. Louis, y, como muchos de los planes que se le ocurren a William Hayes y Chris Long, no fue tomado muy en serio. Hayes y Long son los bromistas del equipo, hablando de todo desde la existencia de sirenas hasta abrir un estudio de yoga para gente de medidas grandes.

Pero esta conversación era diferente. Desde sus cómodos asientos en el vehículo, miraron a los indigentes en la calle, y Hayes volteó a Long y le preguntó si creía que podían vivir así. Hayes se ha visto influenciado por las necesidades de los indigentes desde sus días en Tennessee cuando se hizo amigo de un hombre que pedía limosna cerca de las instalaciones de los Titans. En el autobús de los Rams, Hayes dijo a Long que deseaba experimentar lo que era no tener hogar, y preguntó a Long si se le uniría.

Entregarían sus teléfonos celulares y tarjetas de crédito, y vagarían por las calles en temperaturas por debajo de los 40° grados, sin lugar a donde ir. Long, uno de los tipos más pensantes de la NFL, miró desconcertado por un momento a Hayes, pero después dio el sí.

“No iba a permitir que hiciera eso solo”, dijo Long. “Y estoy seguro de que él tampoco me hubiera dejado”.

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SON MEJORES AMIGOS con poco en común, aparte del hecho de que ambos son enormes jugadores de 30 años de edad que alinean como alas defensivas. Chris Long nunca ha codiciado nada. Su madre es una abogada retirada y su padre es Howie Long, un ex ala defensiva que es miembro del Salón de la Fama. Poco tiempo después del fin de la carrera de Howie, se mudó con su familia desde Los Ángeles a un terreno de 65 acres en Virginia porque tenían los medios para vivir donde sea, y ese parecía el lugar más apacible para asentarse. Chris heredó buena parte de los talentos atléticos de su padre, dominó a nivel colegial en la Universidad de Virginia, y fue elegido segundo global en el Draft 2008.

Hayes no fue invitado al Combinado de la NFL en el 2008, y fue una sorpresa cuando los Titans seleccionaron al desconocido liniero de Winston-Salem State en cuarta ronda. Mientras sus padres luchaban para mantenerse a flote, su niñez estuvo llena de nos: No, no podía tener cualquier juguete que deseara, y no, este pago no podía hacerse a tiempo. Pero Hayes contaba con un trecho sobre su cabeza y comida en la mesa. Era feliz. Estuvo bañado de amor y nunca sintió que le hiciera falta nada. No fue hasta que Hayes era más grande, que se percató de cuánto sufrió su familia.

Lo que más ama Hayes acerca de Long es que nunca ha actuado como un tipo que lo tuvo todo. “Trata al maletero del mismo modo que al presidente de los Estados Unidos”, solía decir Howie Long a sus tres chicos, esperando que su vida privilegiada no afectara el modo en que trataban a los demás.

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La madre de Long, Diane, siempre describió a su hijo como un alma vieja. Tiene una lista de cosas por hacer, escaló el Monte Kilimanjaro, e inició un proyecto para proveer agua limpia a gente necesitada del Este de África. Siempre ha visto al mundo de manera distinta. Pero no tenía idea de la clase de retos que enfrenta la gente sin hogar.

En los últimos años, la línea defensiva de los Rams ha donado 1,000 dólares por cada captura al St. Patrick Center, un centro de ayuda local para indigentes. Long nunca había visitado el centro.

Mientras tanto, Hayes se convirtió en un asistente asiduo. Tomó a un grupo de adolescentes al cine y jugó al bingo en el Rosati Group Home, el ala de enfermedad mental de St. Patrick. Esta primavera, Hayes invitó a unos 15 indigentes a una comida en Golden Corral, un restaurante conocido por sus buffets.

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“Les digo, uno pensaría que habían muerto e ido al hielo”, dijo Judson Bliss, jefa de programas en St. Patrick. “Es muy raro para estas personas, así fue muy especial.

“Tenemos a muchas personas que nos donan dinero, y eso es bueno. Pero creo que muchos de estos problemas sociales que tenemos, con la gente sin hogar y la violencia, lo que realmente se necesita es que las personas se involucren en las vidas de las otras personas. Eso es lo que marca la diferencia”.

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HAYES ES TAN entretenido que algunos creen que merece su propio “reality show”, y, con certeza, todo este asunto tenía los ingredientes necesarios para ser presentado en televisión. Long y Hayes portaron maquillaje, sombreros, y ropa de segunda mano para evitar ser reconocidos. Fueron seguidos por cámaras escondidas de ESPN, y fueron flanqueados por un policía fuera de turno para el caso de que se encontraran con problemas.

Muchos de esos detalles fueron resueltos por Nicole Woodie, la gerente de relaciones comunitarias de los Rams. Woodie acudió a varias tiendas de ropa usada en busca de prendas suficientemente grandes para cubrir cuerpos de 270 y 280 libras. Luego desgastó la ropa para hacerla parecer más usada, añadiendo tierra y hoyos.

Long y Hayes saltaron a las calles en la tarde del 22 de marzo, Hayes en pantaloncillos demasiado cortos para sus largas piernas; Long arrugas pintadas alrededor de sus ojos. Aunque el pronóstico del tiempo pintaba una tarde templada, la temperatura cayó hasta los 30s. Entre ellos, Long y Hayes llevaban 8 dólares en sus bolsillos.

Sorprendentemente, ninguno fue reconocido, incluso cuando pidieron dinero para comprar hamburguesas justo afuera del Edward Jones Dome, su casa dominical. Cuando cayó la noche, buscaron un lugar para dormir. Long y Hayes encontraron calor del fuego de un barril, pero rápidamente fueron ahuyentados por un hombre que dijo estaban invadiendo su espacio.

Se encontraron un vagón vacío y durmieron en la parte trasera. Había poco calor y Hayes no pudo dormir.

“No estaba asustado”, dice, “pero era más por la idea de no saber el siguiente movimiento. Trato de cerrar mis ojos. Tenemos a un guardia de seguridad con nosotros, pero era como, ‘Si alguien realmente quisiera entrar aquí y levantar esta cosa y dispararnos a todos para robarnos, podría hacerlo con facilidad’.

“Básicamente, intento dormir, pero trato de descifrar cuál será mi siguiente movimiento por la mañana. Cuando te levantas, te percatas de que no tienes a dónde ir”.

Se despertaron justo después de las 5 a.m. Llovió esa mañana, y Long dijo estar contento de que fueron capaces de experimentar los elementos. Hayes no estaba tan entusiasta. Su experimento duró unas 24horas. Luego, se metieron en una camioneta y recorrieron los lugares a los que habían ido el día anterior. Cuando llegaron a la bodega abandonada donde se habían ido a calentar, se reencontraron con el hombre que los corrió la noche previa. Su nombre es Marty.

Marty tuvo su propio negocio de la construcción, alguna vez, pero luego se separó de su esposa, se metió en algunos problemas por conducir bajo los efectos del alcohol, y nunca pudo recuperar su licencia para manejar. Su vida se despedazó y terminó en la bodega junto a una mujer indigente llamada Nancy, a quien intentaba proteger.

Hayes y Long quedaron tan conmovidos por la historia de Marty que decidieron mudarlo junto con Nancy a un hotel de estadía prolongada por un par de meses. Cuando Woodie volvió para recogerlos un par de días más tarde, Marty quedó sorprendido. Dijo haber pensado que nadie volvería. Tantas veces en sus vidas, nadie volvió.

“Es algo intangible”, dice Woodie. “Es como que alguien cree en ellos y tiene esperanza en ellos.

“Deseamos que este sea el momento que cambie sus vidas para siempre. Esperamos que sea el caso. También sabemos que puede no ser”.

Hayes y Long adquirieron teléfonos móviles desechables para Marty y Nancy, y pagaron abarrotes y pases para autobús.

Marty encontró un empleo en la construcción recientemente; Nancy recibió ayuda a través de un grupo de apoyo. Pero es mucho más complicado que eso. Los temas que los dejaron en la calle no pueden ser solucionados en dos meses.

Hayes está “absolutamente” preocupado por ellos, dice. “No puedo cambiar el mundo. Ellos podrían volver a caer.

“Con Marty, veo que desea marcar diferencia. Siento que se estaba cansando de la vida que llevaba”.

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CUANDO A HAYES se le ocurrió la idea para el experimento, no deseaba que las cámaras lo siguieran a él y a Long. No deseaba hacer parecer que se estaba ensalzando o siendo falso. Pero tanto Woodie como el St. Patrick Center lo alentaron a usar la plataforma para crear conciencia acerca de la indigencia.

Tanto Hayes como Long dicen que la experiencia cambió sus vidas. Hayes odió el modo en que la gente lo miró en la calle, juzgándolo por el modo en que lucía. Long solía mirar hacia el otro lado cuando veía a un indigente. Extendía cheques al St. Patrick Center, pero por mucho tiempo, dice, las personas eran simplemente beneficiarios sin rostro de su buena fortuna. Long realizó su primera visita al centro justo después de su noche en las calles, y prometió volver.

“No entendemos”, dijo Long. “No estábamos esperando entender. Estábamos esperando obtener un poco de perspectiva y poner un poco de sentimiento con esa causa a la que hemos estado donando desde la distancia por un par de años”.

Long fue a casa esa noche, posó la cabeza sobre una almohada en su departamento, y miró al techo. Sintió la calidez y la fortuna, pero no precisamente comodidad. Espera que esa sensación perdure.