No centró su esfuerzo en el campo
Las cosas no fueron bien.
Michael Sam se supone que sería un impulsor de un cambio, un pionero, un hombre de 120 kilos que iba a derribar estereotipos y cualquier otra cosa que se interpusiera en su camino. Tras su estela, otros tantos iban a caminar.
El deporte profesional cambiaría para siempre.
Pero para Michael Sam los últimos 18 meses no han sido nada de lo que se suponía que debían ser; todo el asunto descarriló casi desde el primer día.
Como todos sabemos, Sam nunca logró integrarse a un roster final de un equipo de la NFL. Y a partir del viernes, la ex estrella de Missouri ya no está en la liga canadiense de fútbol americano (CFL, por sus siglas en inglés).
El jugador de 25 años de edad, dejó a los Montreal Alouettes después de jugar sólo un partido de temporada regular, citando problemas de salud mental en una serie de tweets enviados a sólo días de su debut.
El Defensivo del Año 2013 de del SEC ahora está de vuelta en casa, fuera del fútbol americano, tal vez para siempre. Está pidiendo privacidad, esperando arrancar su vida de nuevo.
Y hoy, la NFL tiene el mismo número de jugadores abiertamente gays que hace dos años, antes del valiente anuncio de Sam: cero.
Entonces, ¿qué pasó?
Desde que Sam anunció públicamente que es gay, el 10 de febrero de 2014, todo el mundo siguió hablando acerca de si él – o más específicamente, su sexualidad – sería una distracción en la NFL. Pero en realidad no descubrimos la respuesta a esa pregunta. Porque la verdad es que Sam por si solo se distrajo.
En realidad, esa no es la frase más precisa: Sam se dejó distraer.
Esa es la ironía de esta situación.
Sam actuó mal en el campo de pruebas para los novatos. Se concentró en dar entrevistas y resaltar aspectos comerciales en los meses previos a los campos de entrenamiento de la NFL. Corrió 5.07 en la prueba de velocidad en las 40 yardas, matando sus posibilidades a corto plazo de la NFL; sin embargo, su equipo de asesores saltó en cada contrato colocado delante de ellos, incluyendo aparecer en el show de televisión “Dancing with the Stars” de ABC, que terminó sólo un mes antes de que Sam firmó con los Alouettes.
Sam era un jugador que nunca pareció listo para jugar fútbol americano. Todo el mundo a su alrededor tenía intereses diferentes y muy pocos involucrados en el juego en sí. Se presentó fuera de forma en Montreal, luego tomó una licencia para ausentarse una semana después.
De cualquier manera, el camino que deja un joven atleta -homosexual o heterosexual- es que ser gay en el deporte profesional sigue siendo un negocio muy grande, aunque todavía no está claro que tanto lo es: sin duda es un título, pero ¿lo es lo suficiente para mantener a alguien fuera de la liga?
Eso sigue siendo lo turbio del tema.
Al próximo prospecto de la NFL que también admita ser gay, probablemente no le van a gustar dichas probabilidades. Sam tenía que ser un referente claro: ser tomado en el draft, quedarse en el equipo y contribuir los domingos.
Todo el mundo iba ser feliz para siempre. Al principio, esto parecía el resultado más probable. Pero para lograrlo también se necesitaba un montón de trabajo duro.
Sam era un jugador que nunca pareció listo para el nivel más alto. Trabajó duro, pero no siempre en lo correcto.
Todo esto lleva a un punto importante. Porque si la verdad fuese que Sam lo hizo todo bien ¿por qué no pudo consolidarse en la NFL? Si es así, entonces todo será más desastroso para el futuro de la inclusión en la liga.
Pero eso no es lo que pasó aquí.
En algún universo alternativo, Sam es tomado en el draft por un equipo de la NFL con espacio en el lado defensivo (los Rams, que lo eligieron en la séptima ronda en 2014, no eran débiles en su posición.) En esta realidad alternativa, Sam se queda en la escuadra de prácticas del equipo.
No tiene tiempo para giras dando discursos y pasar todo ese tiempo haciendo todo, excepto lo que se supone debe hacer para ganarse la vida: jugar al fútbol americano.
En cambio, las decepciones para Sam crean un espacio incómodo para el movimiento deportivo en pro de la diversidad sexual.
Esta podría ser la oportunidad para que el movimiento creciera, pero el crecimiento implicaría reconocer ciertos errores, no sólo por el propio Sam, sino por los que le rodean.
El fin de semana, un joven prospecto de los Cerveceros de Milwaukee, David Denson, anunció que es gay. Está a años de subir a Grandes Ligas, si es que llega, por lo que estas cuestiones no van a ninguna parte. Pero el carácter público de la historia de Michael Sam juega bajo el resplandor de una luz muy brillante, pues siempre se aseguró de que sus éxitos se resaltarían más.
Y así, también, sus fracasos.
La historia en torno a Sam es un tanto desordenada. Y eso hace el futuro aún más difícil para los atletas como Denson.
Ser un atleta gay es duro, pero de lo que poca gente se da cuenta es que el mayor obstáculo no es ganar el respeto de sus compañeros de equipo o los entrenadores, sino en la multitud de peticiones que recibe y se convierten en una distracción.
La carga para un joven jugador no debería ser eso. Sino concentrarse en tener un plan de juego inteligente para salir al campo. Y la estrategia debe mantener al fútbol americano como el punto focal.
Michael Sam nos enseñó lecciones valiosas. Otros simplemente no fueron lo que se esperaba que fueran.