Sebastián Martínez Christensen
MIAMI — Para algunos, Bill Belichick siempre tendrá a su lado la etiqueta de “tramposo”.
Si bien todo el mundo tiene derecho a pensar lo que quiere, lo que no se puede negar es que el entrenador en jefe de los New England Patriots es, rato largo, el mejor de la NFL.
Como todo entrenador exitoso, ha tenido la dicha de toparse con un gran mariscal en Tom Brady, que es uno de los mejores de la historia en su posición.
Esta es una lida de mariscales, y sin un QB competente, no vas a ningún lado por más que Houdini esté en las laterales. La NFL es un deporte complicado, pero a veces es así de simple.
No obstante, la huella de Belichick es palpable y diferente al resto de los entrenadores en la NFL.
Se supone que todos realizan un plan de juego específico para cada rival, pero ningún equipo se reinventa tanto de un domingo a otro como los Patriots.
Belichick es un experto a la hora de anular la principal fortaleza rival, y a la vez atacar su debilidad, aunque tenga que hacerlo con una pieza propia que no había tenido protagonismo hasta ese entonces.
Esa es la razón por la cual los Patriots se las han ingeniado en el pasado para formar con el receptor abierto Troy Brown de esquinero, y también explica por qué los Patriots se las ingeniaron para ganar Super Bowls con David Givens, Deion Branch y el propio Brown como principales armas por aire.
Si bien Brady es el catalista, los Patriots te derrotan con su sistema; New England ganó 11 juegos en 2008 con Matt Cassel (el mismo que no ha podido ganar en ningún otro lado) detrás de centro.
Belichick siempre ha sido un hombre “anti establishment”, y ganarse la lotería con Brady y ganar sus anillos, se encuentra en el escenario ideal para tomar decisiones cuestionables sin ser duramente criticado o temer por su trabajo.
El dueño de los Patriots, Robert Kraft, cree en la continuidad como la clave del éxito. Desde que asumió Belichick en el 2000 con New England, el resto de los equipos de la AFC Este han tenido 21 entrenadores en jefe distintos.
A partir de allí se explica también la dinastía de estos Patriots, que cuando termine esta campaña, habrán ganado 13 títulos divisionales en 16 años con seis apariciones en Super Bowls y cuatro anillos.
Y con ese respaldo, Belichick puede darse el lujo de hacer lo que más le gusta; desafiar la lógica.
Arriesgarte en cuarto intento en tu propio territorio, cambiar a Logan Mankins por una selección de cuarta ronda y un ala cerrada de Rutgers una semana antes del inicio de la temporada, elegir dos alas cerradas en la segunda y cuarta ronda del mismo draft, darle una extensión multimillonaria a su pateador, dejar caminar a las estrellas confiando en que los ignotos de tu plantel podrán dar la talla, y la lista podría continuar hasta mañana.
Belichick es un hombre que se puede al compás de su propio ritmo, y si bien sus cortas respuestas parecen arrogantes y coquetea con el límite de lo que está bien y lo que está mal, el Yoda siempre está en control de lo que está sucediendo.
Ya son muchos los ex dirigidos de Belichick que dicen “nadie se prepara mejor”. Todos los jugadores de los Patriots conocen las reglas mejor que los propios referís, y ningún detalle queda librado al azar.
New England se prepara para cada escenario, y esa disciplina es que la hace dinastías. Eso y un mariscal de elite, pero entienden mi punto.
Guste a quien le guste, Belichick es el mejor entrenador de la NFL, y ni siquiera es debatible.
Lo único que se podría discutir a esta altura es si estamos hablando del mejor entrenador en jefe de la historia.
El éxito tan sostenido de los Patriots no tiene tantos antecedentes en la NFL, aunque sí tiene una clara explicación.
Bill Belichick, su sudadera vieja y un cerebro como pocos.