POR: A.J. Jacobs
Quizá no te acuerdes, pero tu primera actividad en este mundo fue un duro examen físico. El test de Apgar, que se aplica a todos los recién nacidos, midió tu respiración, tu tono muscular y tus reflejos.
Hoy podrías sacar un 10 en el Apgar, pero ¿sabes cómo te iría en las pruebas físicas para adultos? En algunas quizá sacarías 10, pero en otras no deberías cantar victoria.
Para estar en forma es importante conocer el poder de la cuantificación: entre más atención le pongas a las cifras de tu cuerpo, más fácil será adoptar un estilo de vida saludable. “No puedes engañarte a ti mismo si tu entrenador es una línea de números”, nos dice Kevin Kelly, quien es cofundador del movimiento Quantified Self, que promueve una autoevaluación constante. Las siguientes cuatro pruebas son un ejemplo de los exámenes más extremos (y más efectivos) que conocemos:
La “50/50”
Fue desarrollada por Mark Merchant, uno de los dueños del famoso gimnasio neoyorquino As One, uno de los entrenadores favoritos de Esquire (y un hombre que cruzó Estados Unidos en bici, en relevos, en tan sólo siete días, durmiendo dos horas por noche).
¿Qué mide? Tu fuerza.
¿Cómo hacerla? Carga una barra de pesas con la mitad de tu peso corporal. Colócala sobre tus hombros, justo detrás de la cabeza. Separa tus piernas a la altura de tus hombros y flexiónalas cuantas veces puedas, como en una sentadilla.
Resultados: Si logras 50 repeticiones, tienes una excelente condición. Si no llegas a 25, métete a un gimnasio. Y si no puedes ni 10, eres una carga para la sociedad y deberías ser sacrificado.
Toma en cuenta que: Al día siguiente gritarás por el simple hecho de levantarte de una silla y tu cara sólo transmitirá dolor.
Sit and Reach
Este clásico de 1952 es utilizado, entre otros, por el ejército estadounidense -ahí nomás-.
¿Qué mide? La flexibilidad de tus tendones, de la cadera y la espalda baja.
¿Cómo hacerla? Siéntate en el suelo con las piernas extendidas y las rodillas pegadas al piso. Estira tus brazos tan lejos como lleguen hacia los dedos de los pies, con las manos extendidas.
Resultados: Si pudiste tocar tus dedos, te mereces una autopalmada en tu espalda súper flexible. Si puedes alcanzar más allá de tus dedos, tienes un punto extra por cada centímetro. Si no puedes ni alcanzar tus dedos, quítate un punto por cada centímetro de ese vergonzoso espacio.
Porcentaje de grasa corporal
Hay más maneras de medir las partes aguadas de tu cuerpo que tequilas en una cantina. La mayoría requieren apoyo de un médico o un entrenador.
¿Qué mide? La proporción entre la grasa y el músculo en tu cuerpo.
¿Cómo hacerla? La versión menos moderna consiste en colocarte calibradores hasta en diez lugares de tu cuerpo (bíceps, muslo, espalda baja, pecho, etcétera). También te pueden conectar a una máquina que lanza una corriente eléctrica por tu cuerpo. Si quieres exactitud, realiza una prueba de grasa corporal bajo el agua (basada en el principio de que la grasa flota más que el músculo) o el test dexa, un procedimiento con rayos X recomendado por Timothy Ferriss, autor de The 4-Hour Body.
Resultados: Habla con tu médico, pues hay discrepancias en esto pero, básicamente: los atletas tienen entre 6 y 13 por ciento de grasa corporal; los hombres con buena condición, entre 14 y 17 por ciento; la media está entre el 18 y el 24; obesidad es cualquier cosa arriba del 25, y cualquier persona sobre el 35 por ciento debería estar haciendo sumo.
V02 máx
Esta prueba es para quienes gustan de las emociones fuertes: triatletas y competidores de nivel olímpico.
¿Qué mide? La eficiencia de tu cuerpo.
¿Cómo hacerla? En el consultorio de un médico o en el gimnasio con tu entrenador, corres en una caminadora por diez espantosos minutos mientras llevas una máscara que mide el volumen de tu respiración. Mientras más oxígeno transporte tu sangre a tu cuerpo, estás en mejor condición.
Resultados: Cuando puse a prueba mi V02 máx en el Running Center de Nueva York, mi calificación fue de 46.6 ml/kg/min. La máquina calificó mi condición como “excelente” para mi edad. Estuve presumiendo ese número en la oficina durante toda la semana.
Nota cortesía Revista Esquire