La pequeña grandeza del High School Football

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Todos sabemos lo importante que es el fútbol americano en Estados Unidos. La pasión por el deporte del oval no tiene límites y mueve una cantidad de gente y dinero estratosférica. Hasta hace relativamente poco, el football, como allí se le conoce, era el segundo deporte más popular del país de los 50 estados sólo superado por el béisbol. Pero en los últimos años, las tablas se han invertido y de qué manera. Ahora mismo, el fútbol americano es el deporte más popular de EE.UU y la ventaja respecto al beisbol y el baloncesto va en constante aumento. Una buena manera de demostrarlo es mediante los ingresos televisivos de las ligas profesionales de ambos deportes. Si bien la NBA llega por poco a los $1.000 millones y la MLB también ronda esas cifras, la National Football League triplica de sobras esa última cifra y la lleva cerca de los $5.000 millones. Una espeluznante suma de dinero que resume la importancia de dicho deporte y liga en Estados Unidos.

Pero lo que nos lleva aquí es el football de instituto, nombrado por lares americanos como High School Football, que levanta pasiones, iguales o mayores a las de sus hermanos, a lo largo y ancho de Estados Unidos. Como ya se ha dicho antes, el fútbol americano es el deporte mayoritario de los Estados Unidos y por tanto se juega a todos los niveles de edad. De la misma manera que en México el fútbol y el beisbol se empiezan a jugar desde una temprana edad; en el caso del fútbol americano los niños empiezan también a tocar el oval y a crecer entorno al mundo que lo rodea de bien pequeños. Pero hay una franja de edad, esa que comprende los años de instituto, normalmente entre los 12 y 18 años, en que la cosa se empieza a poner seria y de qué manera.

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El high school football está perfectamente organizado y los programas diseñados para la tecnificación y desarrollo de los jugadores, no tienen nada que envidiar a los de las grandes universidades. Todo detalle se tiene en cuenta y el nivel de seriedad es máximo, pues es considerada la tercera categoría de fútbol americano tras el profesionalismo y los años universitarios. Por lo tanto, es la primera vez que los jugadores empiezan a acumular estadísticas, que más tarde determinaran sus posibilidades y capacidades para poder jugar en una universidad o en la NFL si se es suficientemente talentoso. Las diferentes ligas de instituto están organizadas a nivel estatal. Se divide el estado en diversas zonas geográficas y a su vez se clasifican a los institutos según su grandeza, habiendo la posibilidad de poder cambiar de clasificación si la inscripción de alumnos aumenta.

Asimismo, a diferencia de lo que pasa en México, las categorías inferiores del futbol americano gozan de vasta popularidad y la asistencia en los estadios es masiva. También es masiva la audiencia que reciben los partidos que se televisan, que no son pocos. Hay estados en los que incluso el high school football es más popular que la NFL y la NCAA, como por ejemplo Texas. El gigantesco estado es una de las mecas del fútbol americano y la pasión por este deporta sobrepasa todos los límites imaginables. Aquí se obvia la NFL y el equipo del instituto del pueblo o ciudad es el protagonista. Se vive diferente. Cada viernes los estadios del estado de la estrella se llenan completamente para ver a los jugadores competir como fieras y es que no solo está en juego la victoria sino que también la reputación de la ciudad, que se defiende durante los cuarenta y ocho minutos que dura el partido. Y una vez empezadas las fases finales, los Playoffs, la locura toma tanto el estado como el país. Estas finales desprenden un aroma parecido al de los grandes partidos profesionales y movilizan a muchísima gente, razón por la cual son disputadas en muchas ocasiones en estadios de la NFL como es el caso de Texas, dónde la casa de los Dallas Cowboys ha sido sede en varias ocasiones de la final estatal, como siendo la del año 1994 la más recordada. En esa ocasión se enfrentaron los institutos de Plano East y John Tyler, que disputaron un partido que ha quedado grabado en los anales del fútbol americano y al que la gente se refiere con “la gran remontada que nunca fue”. En cierto modo, dicho partido disparo la importancia mediática del high school football que no tanto su popularidad, que se encuentra por las nubes desde hace ya años. Las retransmisiones de partidos de instituto se multiplicó con cadenas como las gigantes ESPN o FOX dedicándo muchos minutos a tanto retransmitir como comentar los diferentes encuentros disputados a lo largo del país, y con especial énfasis en Texas.

La importancia del futbol de instituto en Texas y en Estados Unidos es tal que fue trasladada a la televisión con la serie Friday Night Lights, célebre ganadora de numerosos premios, basada en un libro y historia hecha también película, y que se centra en las idas y venidas de la gente de un ficticio pueblo tejano (Dillon) con un equipo de instituto (los Panthers, que en la realidad existieron en la ciudad de Odessa) donde el anillo del campeonato estatal de fútbol americano es considerado el mayor galardón, el mayor estatus al que el pueblo puede llegar a soñar.

Pese a tratarse de una ficción televisiva, no es un relato alejado de la realidad (el libro está basado en una historia real) que envuelve el estado y al país en general. El high school football, desafortunadamente, no suele gozar de mucha repercusión a nivel global, dejando casos como el del año 1994 atrás, y por ese motivo se obvia hasta en momentos su existencia. Pero la verdad, expresada en dicha serie de televisión, es que, el football de instituto es una verdadera religión en lares americanos y sus feligreses acuden piadosamente a cada uno de los partidos que configuran la temporada. El pueblo tiene un nombre y el fútbol es quien ha de defenderlo.