Se enfrentó a brazo partido con el colosal negocio de la liga estadounidense, que lo insultó y lo desacreditó… hasta que claudicó ante la evidencia.
Un viejo chiste que circula entre médicos dice que “el único que realmente conoce la causa de una muerte es el patólogo…, pero ya es demasiado tarde”.
La historia que sigue, muy lejos de ese chiste, no es la lucha bíblica entre el pequeño David y el gigante Goliat, pero se le parece en su esencia: la desigualdad. Un hombre contra un sistema, una muralla de intereses, un boicot, una campaña de calumnias…
Bennet Omalu –así se llamará en el futuro– se gradúa de médico y cirujano en su tierra, año 1990, y logra una beca para estudiar epidemiología en la Universidad de Washington.
Cinco años después es médico interno residente en el Centro Hospitalario de Harlem –depende de la Universidad de Columbia–, y se especializa en anatomía patológica y patología clínica.
Hasta que en 2002 se encuentra con su destino. Mike Webster, jugador estrella de fútbol americano en los Pittsburgh Steelers, ganador de cuatro anillos Super Bowl, dueño de un sitial en el Salón de la Fama, muere solo, de un ataque al corazón, a los 50 años, el 24 de septiembre de 2002, en una casilla (había abandonado casa y familia), demente, consumido –sólo comía barras de chocolate y caramelos– después de años de batallar contra la discapacidad intelectual y cognitiva, tendencias autodestructivas, depresión, abuso de drogas e intentos de suicidio.
Su cadáver le llega a Bennet Omalu para la autopsia. Abierto su cráneo, descubre lesiones cerebrales que denuncian ETC (encelopatía traumática crónica), ya encontrada con frecuencia en boxeadores. Pero Bennet intuye que hay algo más…, investiga a fondo, con dinero de su bolsillo, y descubre huecos no revelados en los exámenes tomados en vida.
Al analizar esos estudios, el patólogo concluye que en quince años de carrera, el ídolo de las tribunas había recibido golpes en la cabeza similares a 25 mil accidentes leves de tránsito, lesiones propias de enfermos de Alzhéimer, y otras propias de una gran cantidad de boxeadores.
La poderosa NFL (National Football League) Liga Nacional de Fútbol Americano, sale al cruce. Violencia y amenazas. Descrédito. Burla. (¿Quién es? ¿Qué sabe? ¿Quién le paga? ¿Qué pruebas tiene?)
Sin embargo, Bennet sigue adelante. El juramento hipocrático pudo más. Sin apoyo material por parte del condado de Allegheny, Pennsilvania, en cuya oficina trabaja, arma un laboratorio en su casa, otra vez pagado por su bolsillo, y empieza a analizar cerebros de jugadores muertos súbita y tempranamente.
Comprueba, por ejemplo, que Terry Long se suicidó tomando anticongelante (tenía apenas 45 años). Que Andre Waters se mató de un tiro a los 44 (la NFL le negó la pensión por invalidez pese a años de reclamos). Que Justin Strzelczyk (36) murió en un choque luego de que su camioneta se incendiara. Pero varias veces dijo que oía voces…
Por fin, en 2009, ante la ya indiscutible evidencia científica y la imparable avalancha de demandas, la NFL rindió su bandera: su departamento médico reconoció la tarea de Bennet, y la indiscutible relación entre los golpes en la cabeza y ese tipo de encefalopatía…, qué (curiosamente) sólo se detectan post mortem. Los huecos no aparecen en los estudios en vida…
No obstante, una cifra es más que contundente: 110 de los 111 jugadores analizados luego de su muerte sufrían encefalopatía traumática crónica.
Sin embargo, y pese a las promesas de la NFL, la prevención no es fácil. Evitar esas lesiones implica cambiar las reglas del juego. Penar la violencia de ciertas jugadas. Usar cascos especiales que atenúen el impacto en la cabeza…
Fuente: Alfredo Serra. (2019). Bennet Omalu vs NFL: la colosal batalla del médico que descubrió las graves lesiones cerebrales que produce el fútbol americano. Sitio Web infobae: https://www.infobae.com/america/deportes/2019/11/03/bennet-omalu-vs-nfl-la-colosal-batalla-del-medico-que-descubrio-las-graves-lesiones-cerebrales-que-produce-el-futbol-americano/