10 Mitos sobre el pánico escénico del músico

1.    Un buen músico no tiene pánico escénico

Meterse este tipo de ideas en la cabeza te incitará a ocultar el pánico para que no se vea: tienes miedo a mostrar el miedo y entras en un círculo vicioso. Evita presionarte más todavía: acepta tu miedo escénico! Y piensa en  Jacques Brel, gran interprete que se ponía enfermo antes de cada concierto: incluso los mejores tienen pánico escénico.

2.    El pánico escénico pasa con los años

Acompaño a músicos experimentados que tocan en orquestas sinfónicas desde hace más de 20 años y que tienen miedo escénico. Es del dominio público que la pianista Martha Argerich, después de 50 años de carrera, la vemos cada vez menos en escena, a causa de un pánico escénico que sigue aumentando. El miedo pasa cuando se trabaja pero los años solamente no hacen gran cosa.

3.    Los niños músicos no tiene pánico escénico.

Basta haber asistido a una audición de las escuelas de música para convencerse de lo contrario. Tampoco evites explicar la idea del miedo, del pánico escénico a los alumnos más jóvenes: vale más hablarles abiertamente del tema y prepararles. Al contrario, una mala experiencia (audición catastrófica) creará un trauma que se mantendrá en el tiempo  y alimentará el círculo vicioso del miedo escénico.

4.    Se tiene miedo por el deseo del éxito.

No, son fenómenos diferentes. El deseo del éxito puede aprovecharse en casa, cuando se graba, cuando se quiere a cualquier precio repetir un fragmento difícil; se combatirá poniendo la barrera un poco más baja, exigiendo menos. El miedo escénico es un stress emocional, un miedo al incidente (cuerda rota, partitura que se cae…), al fallo (“voy a tocar mal”)  o al juicio de los demás.

5.   Si el pánico escénico hace temblar, hay que controlar los temblores.

Los temblores de la persona que tiene pánico escénico están provocados por la evacuación de un exceso de energía interior. Pretender pararlos es como intentar impedir que salga el vapor de una cazuela a presión: evitadlo! Los síntomas físicos del miedo escénico (manos húmedas, vista borrosa, sudores…) sólo se controlan mentalmente.

6.   Si se entra en pánico, hay que separarse y poder así concentrarse.

Es una solución buena para algunos músicos. Pero otros gestionarán mejor las presiones bromeando o dando una vuelta a pie: Cada uno según su temperamento. Sin embargo, habrá que evitar perturbar a los colegas que funcionen quizás de otra manera.: cada uno su espacio.

7. No mirar nunca al público cuando se sufre el pánico escénico.

Mirar a los ojos a ciertos espectadores puede ser stressante. Sin embargo, llevar la mirada de vez en cuando hacia la sala, por encima de las cabezas, es reconfortante. Para nuestro cerebro límbico (el primario), la presencia de una multitud de personas delante de uno, es fuente de miedo; y estos vistazos puntuales permitan verificar que el grupo no se desplace y que no es hostil. A la inversa, los pianistas que están instalados de perfil en relación al público no pueden mirarlo; esto será una causa de tensión que explica, entre otras cosas, por que los pianistas sufren a menudo de miedo escénico.

8.   Cuando se tiene pánico escénico, la memoria del gesto es lo que se pierde primero.

Esto es cierto para ciertos músicos, los que tienen poca memoria cinestésica. Pero para otros, el miedo hará perder primero la memoria visual (sobre todo no quitarle la partitura) o la memoria auditiva (no se oyen bien al tocar). Trabajar el pánico escénico es para empezar a conocerse bien.

9.   En la orquesta no sienten el pánico escénico.

La presión parece menos fuerte cuando hay 30 o 50 personas en el escenario. Pero no hay que olvidar el miedo del pasaje difícil, del solista, del jefe de partitura que demuestra su molestia con el menor pretexto, el miedo al director que fusila con la mirada, el miedo de no estar al nivel de los demás…El pánico existe en los conjuntos y ahí también se trabaja por el aprendizaje y por el entrenamiento.

10.   No betabloqueantes para combatir el pánico.

Por supuesto, es mejor evitar imitar a ciertos interpretes que suben al escenario siempre con betabloqueantes. Pero si el pánico es demasiado fuerte, utilizarlos una sola vez puede romper la cadena de consecuencias « bajo presión » y comenzar a recuperar de nuevo la confianza. Esta toma de medicamentos será puntual y en un marco médico asociada a un trabajo de fondo sobre ello.