En ambos casos, se trata de un conjunto de músicos y sus instrumentos que interpretan piezas musicales distribuidos sobre el escenario de una forma concreta y siguiendo las indicaciones del director. Suelen interpretar obras de música clásica, desde sinfonías hasta una ópera, y lo hacen acomodando todas las familias de instrumentos (cuerda, viento madera, viento metal y percusión), pero la composición de la orquesta se adapta y cambia según la obra que se interprete.
El número de músicos que las componen debe ser superior a 80 e inferior a 100 aunque esto, normalmente, es tomado más como una referencia que como una norma. Con todas estas características en común, es lógico que ambos términos se suelan utilizar como sinónimos e incluso muchos profesionales de la música no vean ninguna diferencia entre ambas. Pero aunque todas las filarmónicas son sinfónicas, no todas las sinfónicas son filarmónicas. El rasgo que distingue a las orquestas filarmónicas respecto a las sinfónicas, además de que surgieron más tarde, es que suelen estar formadas por miembros de asociaciones amantes de la música pero que no son músicos profesionales ni tienen una gran formación en este campo.
La palabra filarmónica parece derivar del griego y significa ‘amante de la música’. Las orquestas pertenecientes a una asociación musical, cuyos miembros dedican su tiempo y dinero a actividades musicales, serían consideradas una filarmónica