Elementos de la música


Normalmente hablamos de «la música», pero sería más correcto hablar de «las músicas». Existen múltiples tipos de música y cada uno nos invita a escuchar en espacios y con actitudes diferentes. Cuando hablamos de los tipos de escucha, nos referimos a las diferentes actitudes que podemos adoptar con respecto al lugar, al tipo de música e incluso a la época en la que escuchamos.

Quizás el tipo de escucha más común ocurre cuando tenemos música de fondo para otras actividades: estudiar, comer o conversar, por ejemplo. Podemos llamar este tipo de escucha una escucha distraída o pasiva en oposición a la escucha atenta o activa que adoptamos cuando escuchamos con atención la forma, el desarrollo motívico, armónico y tímbrico o incluso la letra de las canciones. Los tipos de escucha no están definidos rigurosamente y a veces podemos pasar de uno a otro durante una misma pieza musical o canción.

La escucha atenta la practicamos ya sea en los conciertos o en otros lugares mediante grabaciones. También podemos hablar de escucha participativa cuando cantamos o bailamos, o cuando hacemos parte, de alguna manera, de la música que estamos escuchando. Podemos escuchar música clásica de forma pasiva y también de forma activa: el segundo tipo de escucha requiere más esfuerzo y concentración, pero entre más nos esforzamos por escuchar atentamente, más la podemos entender. Algunas composiciones brindan tanto para escuchar que 300 años después de su creación siguen siendo interesantes y bellas; de hecho, entre más veces las escuchamos más las entendemos.

Una de las razones por las que la música clásica nos invita a escuchar atentamente es porque la escucha atenta apareció simultáneamente con el repertorio instrumental de la orquesta. Antes del periodo clásico, la orquesta tenía un papel secundario, bien como apoyo para los cantantes en las óperas, marchas, y otros espectáculos musicales, bien como música de entretenimiento o «de fondo» durante cenas y reuniones.

En ambos casos, era más común que la audiencia practicara la escucha pasiva. La escucha atenta no se desarrolló sino hasta finales del siglo XVIII cuando aparecieron los conciertos públicos, el tipo de espacios en donde la orquesta se presenta al frente de la audiencia y que da paso al repertorio sinfónico en el que la música es el centro de atención.

Durante este periodo se formaron las costumbres que hoy observamos en los conciertos de la : los intérpretes y directores se visten con ropa negra y formal; la audiencia aplaude cuando entran concertino, solistas y directores; la audiencia escucha en silencio y no aplaude entre movimientos; los directores y los intérpretes hacen venias al terminar el concierto, etc. Estas costumbres, que hoy pueden parecer exageradas, ayudan a crear un espacio común permitiendo la concentración de los músicos para interpretar las obras.