Practicar de forma habitual mejora las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta o la inteligencia espacial…
Durante la última década se ha generalizado la investigación con músicos profesionales para el estudio de la plasticidad del cerebro.
El motivo parece claro: para lograr una gran velocidad en los dedos, un músico necesita un gran entrenamiento mental.
Un estudio realizado hace varios años ya concluía que un buen pianista o violinista pueden llegar a practicar 7.500 horas antes de cumplir 18 años.
Los trabajos elaborados con este grupo parecen verificar los beneficios que experimenta la fisiología cerebral cuando se aprende a tocar un instrumento.
Lutz Jäncke, profesor del Instituto Tecnológico de Zúrich (Suiza), ha recogido la mayor parte de los estudios realizados en la página web “Faculty of 1000″, donde más de 2.000 científicos relevantes opinan sobre la investigación científica principal.
Mejorar la inteligencia
Jäncke propone la música como terapia neuropsicológica, ya que mejora, sin duda, las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta o la inteligencia espacial (capacidad para percibir de forma detallada el mundo y formar imágenes mentales de los objetos).
Esta última es fundamental para los pensamientos de la vida cotidiana, desde solucionar problemas matemáticos complejos hasta envolver el almuerzo diario.
Un estudio llevado a cabo con niños de seis años, a quienes se enseñó a tocar un instrumento durante 15 meses seguidos, demostró que, al final del entrenamiento musical, todos los menores experimentaron cambios en su anatomía cerebral.
Las áreas usadas para procesar la música resultaron ser mayores y más activas.
Publicado recientemente en la revista “Journal of Neuroscience”, es el primer estudio que se realiza sobre esta temática.