La literatura inglesa perdió hace cincuenta años a C.S. Lewis y Aldous Huxley, dos colosos de las letras que con el universo mágico de Narnia y la utopía de Un mundo feliz siguen cautivando a miles de lectores.
Lewis falleció la tarde del 22 de noviembre de 1963 en su casa de Oxford (Inglaterra) a los 65 años y, al otro lado del mundo y ocho horas después, moría Huxley en su domicilio de Los Ángeles (EE.UU.) a los 69 años, el mismo día en que el mundo se conmocionaba por el asesinato de John F. Kennedy.
Las carreras literarias de ambos autores exploraron diferentes corrientes en la Inglaterra de entreguerras: el autor de Las crónicas de Narnia fue representante de la literatura idealista, mientras Huxley se consagró con obras más experimentales y la sátira deshumanizada de Un mundo feliz.
Clives Staples Lewis (1898-1963), que nació en Belfast y era devoto de la música de Wagner y la poesía de William Morris, fue conocido por sus universos imaginarios y alegóricos, en los que resucita la tradición de los mitos celtas y escandinavos de su Irlanda natal.
Sus obras tratan temas como la lucha entre el bien y el mal, centro de la Trilogía Cósmica” y la fe, el amor a dios y al prójimo y la vida después de la muerte, como en Mero cristianismo (1952) o Cartas del diablo a su sobrino (1942), además de cultivar la crítica literaria y el ensayo.
Para Lewis, combatiente en la I Guerra Mundial y ateo durante su juventud, la fe cristiana fue fundamental, después de conocer a su amigo J.R.R. Tolkien, autor de El Señor de los anillos, en la Universidad de Oxford.
Lewis, que murió en brazos de su hermano, continúa atrapado en el armario entre la realidad y Narnia, la famosa saga de la que se han vendido más de cien millones de copias en 47 idiomas y ha sido adaptada al teatro televisión y cine.
Mientras, Aldous Huxley (1894-1963), natural de Surrey (sudeste de Inglaterra), es sobre todo recordado por una obra inquietante, Un mundo feliz (1932), que narra el universo deshumanizado del futuro, para el que vaticinó que numerosos avances tecnológicos, algunos hoy materializados, sustituirían a los valores humanos.
Novelista, ensayista y poeta, curioso intelectual y viajero empedernido, firmó una producción con más de cincuenta títulos, entre poemas, críticas y ensayos, y saltó a la popularidad con Contrapunto (1928), considerada por algunos como su obra maestra y que le dio la consideración de “cínico divertido que incomodaba a la sociedad inglesa de posguerra con el fuego de su ironía”.
Huxley, que murió bajo los efectos del LSD, es también muy recordado por su coqueteo con las drogas para hacer literatura desde su experiencia psicodélica, que relata en títulos como Las puertas de la percepción (1954) o Cielo e Infierno (1977).
El autor de Las Crónicas de Narnia contará desde mañana con una placa conmemorativa en el famoso “rincón de los poetas” de la Abadía de Westminster, donde será recordado junto a autores como John Keats, William Blake o T.S. Elliot.