Las entrañas del Monumento a la Revolución, uno de los iconos arquitectónicos de la Ciudad de México, así como algunos pasajes de su peculiar historia son revelados en la más reciente cápsula de la plataforma digital Capital cultural Nuestra casa, que se encuentra disponible al público.
Con duración de 17 minutos, esta nueva entrega de la serie consiste en un recorrido virtual por el Museo Nacional de la Revolución, ubicado en el sótano de ese emblemático monumento, guiado por la directora del recinto, Alejandra Utrilla Hernández.
Entre los datos proporcionados, da a conocer que ese museo fue inaugurado el 20 de noviembre de 1986 y que en 2010 se le sometió a una remodelación general, como parte de los festejos por el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución.
También, que su vocación es conservar, estudiar, investigar y divulgar el patrimonio sobre la Revolución Mexicana, así como que cuenta con una área de exposición permanente, dividida en ocho pequeñas salas; un museo de sitio; una sala de exposiciones temporales y la galería Media Luna.
En el recorrido, la también arquitecta recuerda que el Monumento de la Revolución fue concebido por el gobierno de Porfirio Díaz en el contexto de las obras conmemorativas del centenario de la Independencia, como un palacio para albergar a la Cámara de Diputados y el Senado.
Así, en 1897 se convocó a un concurso internacional para realización de ese proyecto, un edificio suntuoso que sería uno de los más grandes y lujosos Palacios Legislativos del mundo, con 14 mil metros cuadrados.
Debido a sus irregularidades, el certamen fue cancelado y se invitó a encargarse del proyecto al reconocido arquitecto Émile Bénard, quien llegó al país en 1902.
Primero, problemas con los estudios del suelo y, luego, el estallido armado de 1910 truncaron la propuesta del profesional francés, indica Alejandra Utrilla Hernández mientras conduce al espectador por el museo de sitio de aquella instancia, donde pueden verse dibujos, bocetos y una enorme maqueta del proyecto original.
“En la maqueta se ven dos esculturas de león en el acceso, las cuales están ahora en la entrada del Bosque de Chapultepec, y el águila que remataba la linternilla de la cúpula es ahora el Monumento a la Raza. Varios de los elementos fueron retomados, porque ya habían sido encargados”.
La obra fue suspendida en 1912 y su estructura metálica permaneció abandonada y expuesta por dos décadas. Al término de la Revolución, Bénard trató de rescatar su proyecto, pero no prosperó.
En 1933 fue retomado por el arquitecto mexicano Carlos Obregón Santacilia, quien propuso reinterpretar la estructura y convertirla en un espacio público para conmemorar el movimiento revolucionario, valiéndose de elementos nacionalistas, en un principio, y después ya propios del art decó.
Fue en 1936 cuando el monumento se convirtió en un mausoleo donde reposan los restos de héroes revolucionarios como Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles y Pancho Villa. Años más adelante, en 1970, se incluyeron los de Lázaro Cárdenas. Los trabajadores concluyeron en 1938.