La Jornada conversó el 2 de octubre de 2014 con el caricaturista argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, Quino, quien entonces aseguró que ella diría en este siglo XXI lo mismo que hace 30 o 40 años, porque el mundo y sus problemas han cambiado poco
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La charla se realizó en las instalaciones de la editorial Lumen, en la Ciudad de México, en una videoconferencia con el dibujante, entonces de 72 años.
Siempre puntilloso, señaló que las noticias que le llegaban por la prensa acerca del México de entonces reflejaban que la situación era bastante difícil: “me refiero a la desaparición de estudiantes (Ayot-zinapa). Bueno, el país siempre ha tenido fama de ser muy violento, por ejemplo, con esas campañas de desarme de la población.
“Lo preocupante, y no sólo en México, es el aumento del narcotráfico; eso es evidente acá en Argentina también. Una vez que el narco se mete en la sociedad es muy difícil terminar con él, porque quienes debieran hacerlo también están metidos. Es muy difícil la situación, no sólo la mexicana, sino la mundial.”
De buen humor, Quino admitió que a 41 años de que dejó de publicarse su emblemática tira, todavía no se explicaba en qué radicaba su popularidad, eso me lo tendrían que explicar los lectores, en serio, no lo sé. No es culpa mía en todo caso
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Recordó que la época en que dibujó a Mafalda prometía “grandes transformaciones, desde el Che Guevara, Juan XXIII, Jonh F. Kennedy, la guerra de Vietnam y los movimientos de liberación femenina, entre otros. Parecía que todo iba a cambiar para mucho mejor.
Lamentablemente no fue así. En el mundo estamos viendo las migraciones, los intercambios culturales, buenos y malos, como el avance del Estado Islámico, que es para preocuparse muchísimo.
Mafalda, continuó Quino, “me ha dado el placer de saber que lo que uno hace tiene una repercusión popular muy positiva, sobre todo en América Latina y particularmente en México, pues por estas latitudes de América del Sur fue una lectura de gente ilustrada, pero allá me emociona mucho ver a Mafalda en la bolsa de la señora que va de compras por la zanahoria y el perejil, y que luego hace la fila para que yo le firme un libro. Eso no era muy común.
“Creo que Mafalda, a sus 50 años, sería un poco más incrédula. Pero hay que tener fe en el ser humano, pese a todas las barbaridades que hacemos.”
El autor reconoció que nunca pensó que su personaje fuera a tener trascendencia internacional: yo trabajaba con las noticias de los periódicos y con lo que decía la televisión. El personaje infantil salió así porque así era esa época, con anuncios de grandes cambios que se quedaron, algunos, en la nada. Pensé que cuando los chicos vieran que en la historieta no había computadoras ni telefonitos móviles y esas cosas con teclita iban a perder interés por ella y que moriría de manera natural. Pero me sorprende que cada vez tiene más vigencia, y me deprime también, porque quiere decir que el mundo no ha cambiado gran cosa
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