El escultor Pedro Cervantes (Ciudad de México, 1933) falleció de un infarto el lunes 26, a las 21 horas, en su casa. El pasado 2 de octubre había cumplido 87 años.
Apasionado de los caballos, Pedro Miguel de Cervantes Salvadores, su nombre de pila, recibió en 2011 el Premio Nacional de Artes y Ciencias en el área de Bellas Artes. Desde 2003 era miembro de número de la Academia de Artes.
De acuerdo con su esposa, Gabriela Salazar, aunque el artista estaba prácticamente retirado de la vida pública nunca dejó de producir obra, de dibujar sus equinos.
Cervantes realizó estudios entre 1951 y 1952 en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, todavía en la antigua sede de la Academia de San Carlos. Fue discípulo de Luis Ortiz Monasterio, Germán Cueto e Ignacio Asúnsolo. Su amistad con David Alfaro Siqueiros dio origen al interés por la técnica del muralismo, lo que lo llevó a familiarizarse con técnicas como la piroxilina y el acrílico. Más adelante realizó murales dotados de relieve con aplicación de objetos y materiales.
De 1956 a 1960 se dedicó a la cerámica, sin embargo a finales de dicho año comenzó a trabajar el metal soldado. Se especializó en los trabajos con metales por su admiración a la obra de Rodrigo Arenas Betancourt.
En 1966 su obra monumental Máquina del espacio, de dos metros de altura, marcó el inicio de su trabajo con elementos industriales, al incorporar el hierro y acero inoxidable. Ésta escultura fue determinante en su carrera, no sólo por el notable resultado artístico sin también por los novedosos elementos que empleó en su realización, escribe Lily Kassner en el Diccionario de escultores mexicanos del siglo XX.